“Olvídate de hacer surf”, fue un mensaje que Aitor Francesena escuchó desde niño y, en parte, lo entendía, aunque no lo aceptaba. Un glaucoma congénito que le habían diagnosticado era la razón principal. Sin embargo, e incluso tras perder la vista por completo hace unos años, sigue practicando su pasión a diario, demostrando que no hay límite mayor que uno mismo.
“Me gusta vivir la vida a tope. La vivía antes y ahora la sigo viviendo”, comenta en relación al momento en que se quedó completamente ciego hace ahora 7 años, tras sufrir un accidente en el mar. Éste fue sólo el remate de una esperada pantalla en negro que llevaba persiguiéndole desde pequeño debido a su enfermedad, la cual ya había visto avanzar drásticamente cuando a los 14 años perdió la visión de su ojo derecho, pero que nunca condicionó ni su carácter ni su día a día. “Ni he dejado de surfear, ni he dejado de enseñar, ni he dejado hacer nada de lo que hacía antes, quizá de otra manera, pero no lo he dejado”,.
Basta con sentir el torbellino de energía positiva que es Aitor para entender cómo ha podido vivir, a pesar de todo, mil vidas en una. “Me he pasado toda la vida corriendo intentando ver lo máximo posible y vivir lo máximo posible, porque algún día me iba a quedar ciego. ¿Y qué me queda por hacer en mi vida? Saltar de un avión, todo lo demás lo he hecho”, afirma. Y es que “Gallo” no sólo ha dedicado parte de su vida a practicar este deporte, también fue cofundador de la primera escuela de surf de España (1988), creador de un método propio de enseñanza que aún sigue vigente, fabricante de tablas profesionales, profesor e, incluso, el descubridor y entrenador de grandes campeones internacionales como Aritz Aranburu, tal y como refleja el documental “Gallo”.
En los últimos años, además de seguir surfeando y enseñando en el País Vasco, ha conseguido otro gran reto en su vida: convertirse en campeón del mundo de surf adaptado. Y es que la destreza de Aitor es tal que, por momentos, parece imposible que no pueda ver las olas. Eso sí, confiesa que hay otros ojos puestos en ellas para ayudarle, casi siempre los de su gran amigo Ibon Illamendi, que desde hace años ejerce además de caddie, haciendo posible que “la sonrisa, la adrenalina y la sensación de armonía y de tranquilidad” que le aporta el surf a su vida siga siendo algo irrenunciable.
“BUSCA ALTERNATIVAS, NO TE QUEDES SIN RECURSOS”
La vida de Aitor no es sólo una historia de superación, es una forma de vivir la vida, o más bien de exprimirla. “Al final lo que hay que hacer es buscarle sentido a las cosas que haces y darlo todo por ello”. Por ello considera un error ponerse límites sin haberse puesto siquiera objetivos, al igual que mantener una actitud pesimista ante problemas irrisorios del día a día. “Es importante que la gente se dé cuenta del valor que tiene la vida, de lo increíble que es, y que sea consciente de que no le pasa nada y valorarlo”, además de saber disfrutar de cosas tan sencillas, a la vez que importantes, como el tiempo en familia o simplemente la belleza de una puesta de sol.
Por ello, pase lo que pase, Aitor tiene claro el mensaje que le gustaría transmitir. “Busca alternativas, no te quedes sin recursos”, pues siempre hay una salida. Él es un claro ejemplo. “Todo lo que se me ha puesto entre ceja y ceja lo he conseguido y todo lo que venga a partir de ahora no lo voy a dejar pasar, voy a hacerlo de la mejor manera posible”.