Diego Moliner nació, hace 43 años, en Lanús. La vida le cambió abruptamente a los 17, al recibir un disparo durante un asalto en la estación de trenes de esa localidad del conurbano bonaerense. La bala le perforó el hígado, generándole una severa hemorragia interna. «Cuando caí al piso miré al cielo y dije: ‘Quiero vivir’.
Pero sentí la muerte muy cerca. Sufrí una paraplejia, perdí la movilidad de la mitad del cuerpo para abajo, pero me salvé. Estuve ocho meses internado, empecé a hacer la rehabilitación y batí récords. Fui el primero en Argentina en caminar con electroestimulación», detalla Moliner, con una gran fuerza de voluntad.
Se recibió de licenciado en administración de empresas y trabaja en la cementera Loma Negra, pero su pasión es el tenis. Hoy, se da el gusto de organizar el Cañuelas Open, uno de los dos certámenes de tenis adaptado que hay en el país (el otro es el Miguel Zuñiga Memorial Open, que se suele hacer en febrero en el Cenard), de categoría ITF Future, con US$ 3000 en premios y puntos para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
El torneo, sobre las canchas de polvo de ladrillo del Polideportivo del club Cañuelas (Del Carmen 2170), se jugará desde este jueves y hasta el domingo próximo, con entrada libre y gratuita.Ads by
Hace algunos años, Moliner se dio cuenta de que el trabajo y sus limitaciones físicas estaban llevándolo al sedentarismo y al aumento de peso. «No me veía bien en el futuro», rememora. Hasta que en abril de 2013 su abuela le dio una publicación de la Revista Viva, del diario Clarín. En la tapa aparecía el cordobés Gustavo Fernández, el actual número 1 del mundo.
Y eso le «cambió el chip». A la semana, Moliner se acercó al Cenard, empezó a jugar y, al mes, ya se encontraba en el grupo de alto rendimiento. Compitió durante varios años y llegó a jugar torneos en Chile y Brasil. Pero uno de sus mayores orgullos es haber impulsado la escuela de tenis adaptado en el club Cañuelas, junto con el profesor Luciano Rivas: allí se formó, por ejemplo, Florencia Moreno, la actual número 14 del mundo, antes de sumarse a la academia de la Asociación Argentina de Tenis Adaptado (AATA). Hoy, la entidad cañuelense tiene aproximadamente diez chicos de esa ciudad y de otras cercanas como Lobos, Ezeiza y San Miguel del Monte.
Independientemente de la competencia, Moliner encontró, en la organización del torneo (se jugará por quinto año), un impulso. Y saca pecho: «Esta temporada tendremos unos 55 jugadores compitiendo en tres categorías (hombres, mujeres y juniors, en singles y dobles) y seremos el torneo Future con mayor participación de extranjeros en Sudamérica. Recibiremos jugadores de Brasil, Chile, Uruguay, Perú y Costa Rica».
En el acto de apertura, el jueves, desde las 12 en el club, estará presente Adolfo Cambiaso, el mejor polista del mundo, un vecino de la zona. Y a la premiación del domingo asistirá Gusti Fernández (no juega el torneo de Cañuelas ya que por su ranking compite en certámenes ITF Series 2 en adelante).
¿Qué representa el Lobito Fernández para el crecimiento y la difusión del tenis adaptado en la región? Moliner lo cuenta: «Gustavo es el motor, es el que moviliza. Todos hablan de él e inspira. Lo primero que me preguntan las personas, estén en silla de ruedas y no, es si va a estar. Lo toman como ídolo. Su tenis y sus logros magnifican todo. Está ayudando mucho para que el deporte adaptado crezca».
Los vaivenes económicos del país complicaron la realización del certamen, pero Moliner y su equipo se movieron con todavía más fuerza hasta lograr el apoyo del gobierno local y de las empresas privadas para sostener la quinta edición. Ahora solamente resta que comience la acción.