El destino le cambió de un día para otro. Los sueños de ser un gran arquero profesional estaban a punto de cristalizarse cuando un hecho inesperado alteraría su futuro para siempre.
En el año 2006, Francisco era guardameta de la Selección Valle y había sido ojeado por un entrenador que le tenía una posibilidad de fichar por el Once Caldas. Pero una tarde todo cambió en su vida.
El joven de 18 años sufrió un desmayo en su casa que lo obligó a ser llevado de urgencias a una institución médica de Buga, su ciudad natal.
Las primeras sensaciones de los galenos no fueron las mejores. Por eso decidieron trasladarlo a una clínica de mayor complejidad en Cali, para ser sometido a otros exámenes rigurosos.
Estuvo internado durante una semana y al final las sospechas de los médicos eran más graves que una simple virosis, como lo pensaban Francisco y su misma familia.
“Francisco, tienes un daño gravísimo en la médula, y por eso tu vida ya no va a ser la misma. No podrás volver a jugar fútbol porque tendrás que andar en una silla de ruedas toda la vida”, fueron las duras palabras del médico neurocirujano.
En ese momento sus sueños de ser futbolistas se volvieron escombros. Sanclemente considera que todas esas situaciones adversas son las que lo han hecho reinventarse.
“Fue un momento muy trágico para todos en mi casa. Tocaba empezar a vivir una vida totalmente diferente”, apunta Sanclemente, mientras cruzan su mente todos los difíciles momentos que comenzó a vivir a partir de allí.
Y como si no tuviera con su grave enfermedad, a Francisco le tocó lidiar con la noticia de que iba a ser padre, toda una ‘tragedia’ para una persona que veía cómo el mundo se le venía encima.
“Imagínate la situación. No había ni terminado el bachillerato y todo te parece que está cuesta arriba. El pronóstico para mi vida no era nada favorable”, agregó el maratonista.
Sin embargo, y tal vez sin darse cuenta, su mamá y su abuela, quienes criaron a Francisco, fueron las personas que terminaron impulsando su carrera deportiva.
Con una tragedia familiar que era evidente por las urgencias y necesidades de su misma discapacidad, sumadas a las afugias económicas en su casa, sus dos mentoras nunca se detuvieron a lamentarse por lo sucedido, sino que, por el contrario, siguieron luchando para sacar adelante a Francisco y a sus dos hermanas.
“Yo veía cómo a ellas les tocaba levantarse con lágrimas a despachar a mis hermanas al colegio, a dejar el almuerzo preparado, en muchas ocasiones salir a fiar lo del día a día. Poco a poco entendí que tenía que moverme. Entendí que tenía que dejar de ser una carga y luchar de igual a igual con ellas”, expresa.
Y como si fuera un milagro, al atleta vallecaucano comprendió que sus brazos y sus manos serían esas herramientas para conquistar al mundo.
“Fueron tres meses en los que empecé a realizar cosas por mi cuenta en la casa y así pude irme superando”, acota Sanclemente.
Pero ese chico que comenzaba una etapa de transición a una nueva ‘vida’ desde una silla de ruedas tendría que sufrir lo que era enfrentarse a otros tipos de obstáculos: los aptitudinales.
“Mis amigos me enseñaron a reírme de mi discapacidad. Como no tenía sensibilidad en las piernas, me escondían los zapatos a mitad del descanso en el colegio. Me decían: ‘venga hermano, y seamos los mismos salvajes que éramos antes”, apunta de forma jocosa.
El deporte, un estilo de vida
La actividad deportiva estuvo presente desde muy niño en la vida de Francisco Sanclemente.
“Yo soñaba con ser arquero, me veía en el lugar de Óscar Córdoba, de Miguel Calero o de Juan Carlos Henao. Cuando llega la silla de ruedas, ese sueño de frustra, pero no mi pasión por el deporte. Cuando estoy en el centro de rehabilitación donde hacía las terapias, me hablaron de correr en silla de ruedas. En el año 2010 toqué varias puertas para ir a la Media Maratón de Bogotá, fue mi primera competencia y ese fue el punto de partida para saber que podía volar con mis manos y desde ese entonces comencé a entrenar el atletismo en silla de ruedas”.
El atletismo en silla de ruedas es una disciplina que requiere de una alto grado de sacrificio y entreno día a día.
“Para convertirme en un maratonista tengo que trabajar no pensando en resultados en tres meses, sino en proyectarme para llegar a la élite en cinco o seis años”, comenta el paraatleta.
Francisco ha sido múltiple ganador de maratones de calle en varias partes del mundo. Ha subido a lo más alto del podio en competencias realizadas en Buenos Aires, Madrid, Miami, Ciudad de México y Boston, y fue el primer colombiano en ganar un IronMan 70.3 en sillas de ruedas.
Con el paso de los años ha crecido su nivel y se ha consolidado como atleta en las principales carreras de fondo. “Normalmente entreno seis días a la semana. Tengo rutinas en el gimnasio de dos horas, luego salgo a realizar un recorrido en carretera y en las tardes hago ejercicios en la otra silla de ruedas que es la de ciclismo. Sumado a esto está el entrenamiento invisible que es cuidarse en la alimentación y el descanso”, explica el corredor vallecaucano.
El amor lo impulsa a seguir
A pesar de sus limitaciones físicas, Francisco es un hombre feliz como esposo y padre de familia.
Isabel, su esposa y su compañera de vida desde hace 9 años, es la persona que está pendiente de la carrera profesional del deportista de 31 años.
Es la cabeza de la Corporación Ser Inspiración, una fundación que busca ayudar a personas en condición de discapacidad para llegar a cumplir sus sueños como lo ha hecho Sanclemente.
Otro motor en su vida es Alejandra, su hija de 12 años, nacida de su primera relación y que sueña ser tan importante como su padre.
“Mi hija es la personita que lleva las cuentas de cuántos países he recorrido por todo el mundo cuando voy a las competencias que me invitan”, comenta Francisco, quien se siente orgulloso de su familia, que lo apoya y lo anima en su camino deportivo.
Una ejemplo de vida
La vida de Francisco es digna de emular. Su lucha constante por superarse cada día lo ha llevado a ser ejemplo para muchas personas.
Cuenta el corredor bugueño que cada que consigue un triunfo en el exterior, la gente lo contacta a través de redes sociales para que les entregue un mensaje de esperanza y eso lo llevó a publicar ‘El camino de un valiente’, un libro donde resume lo que ha sido su enfermedad y cómo a través del deporte ha logrado llegar muy alto. Asimismo, dicta conferencias de superación por todo el país.
Tokio 2020, el gran sueño
Ahora los esfuerzos de Francisco están enfocados en poder representar a Colombia en los Juegos Paralímpicos de Tokio, el próximo año, la principal cita del deporte internacional.
En junio pasado, corriendo en la Maratón de Duluth, en Estados Unidos, logró la marca mínima (1 hora, 26 minutos y 25 segundos), exigida por el Comité Paralímpico Internacional para asistir a las olimpiadas.
Ese tiempo le sirvió, además, para romper el récord suramericano, algo histórico para el deporte paralímpico nacional, además de ser el quinto en el ranquin mundial.
Sin embargo, el vallecaucano espera que el Comité Paralímpico Colombiano le pueda avalar esa marca y asegurarle un cupo dentro de la delegación nacional que estará en suelo oriental.
“No entendería cómo el mejor atleta del país que ocupa los primeros lugares en el escalafón internacional, además de tener ya la marca mínima, no pueda ir a los Juegos Paralímpicos. Espero seguir trabajando para mejorar mis marcas y poder lucir el uniforme de Colombia en Tokio”, concluye Sanclemente.
Datos
Francisco correrá este domingo por primera vez la Maratón de Berlín, carrera a la que fue invitado dentro del selecto grupo de paraatletas élite, conjunto que está compuesto por competidores europeos, asiáticos, estadounidenses y surafricanos, quienes históricamente han sido los grandes exponentes en la máxima categoría (T-54) del atletismo adaptado.
La Maratón de Berlín es una prueba que hace parte de las World Marathon Majors (las seis maratones más importantes del mundo) y una de las más emblemáticas.