Apenas tiene 12 años, pero en los Juegos Parapanamericanos, que se disputan en Lima y terminan hoy, todos los deportistas y delegaciones la ven como la gran estrella. Se acercan a ella y le piden fotos o un autógrafo. Su ferocidad en las piscinas le ha hecho colgarse dos metales: uno de plata y dos de oro. Sara del Pilar Vargas Blanco no tiene límite, pese a que la vida pareció no darle las mismas condiciones que a cualquier ser humano. Su tenacidad y ganas de superación son más fuertes que cualquier adversidad.
Nació en La Mesa (Cundinamarca) con acondroplasia, un trastorno genético que afecta el crecimiento óseo y causa el tipo más común de enanismo, siendo responsable del 70 por ciento de los casos. Se engloba dentro de un grupo de enfermedades denominadas condrodistrofias u osteocondrodisplasias. Sin embargo, este no fue un impedimento para tener una vida tranquila.
A los cuatro años, la hija de John Vargas y Leonor Blanco tuvo su primer contacto con la piscina y aprendió a nadar a los cinco. El amor por este deporte se dio porque su hermana mayor, Ana Gabriela, competía en alto rendimiento y quiso seguir sus pasos. Fue ella quien le enseñó todas las bases de esta práctica.
Cuando su familia confirmó que había heredado la talla baja de su madre, las terapias médicas la llevaron a tener que radicarse en Bogotá, donde se encontró con el sistema paralímpico.
Con el paso de los años, Sara y su familia decidieron que este era el camino que la vida le tenía preparado a la pequeña. Sin embargo, no sabían cómo ni en dónde podía desarrollar su talento. Fue ahí cuando el profesor Stivenz Ruiz apareció para darle un vuelco total a su vida.
Sara Vargas con su entrenador.Foto:
“Comencé a trabajar con la selección Bogotá. Empecé a buscar nadadores y, en esa dinámica, hablé con entrenadores y me dijeron que había una niña haciendo un proceso de formación. La llamé a ella y a la mamá. Hicimos una empatía muy rápida antes de citarla a la piscina. Ellos se habían trasladado a Bogotá buscando opciones. Mi llamada era el anhelo que tenían para poder enrutarla”, le dijo a EL TIEMPO el profesor Ruiz.Mentalidad fuerte
Sara es una niña de 12 años con rasgos de una mujer mayor, eso se evidenció desde que comenzó a trabajar de la mano de Ruiz y en una charla que sostuvo con este diario. Habla fluido, tiene claras sus metas y no se conforma con lo que consigue. Siempre quiere más.
“La medalla de oro que gané en estos juegos me tiene superfeliz, pero para ser sincera no eran los tiempos que esperaba. No me asombré con los resultados que conseguí y debo trabajar mucho más”, comentó Sara Vargas.
Esta mentalidad se fortaleció en Sara por su condición; si la vida le puso obstáculos, ella quería superarlos, pero también fue importante el trabajo que le hizo el profesor Ruiz para que ella entendiera el deporte, la alta competencia y la vida.
“Conjugamos varios procesos. El fundamento técnico es algo a lo que le hemos dedicado mucho tiempo, pensando no solo en este año sino hacia el futuro. También trabajamos la preparación física, y es algo en lo que hay que tener cuidado, porque ella tiene 12 años y no ha tenido una madurez biológica y hay que hacer un proceso acorde con su desarrollo. También está la preparación psicológica en la medida que hay que ir organizando la base para un entrenamiento serio, hay que manejarle los estados emocionales. Y quizá lo más importante es la preparación integral a la parte formativa y la parte de infancia que está desarrollando. No queremos que pierda su esencia y que siga actuando acorde con su edad, pero con la diferencia de que ahora es una deportista campeona”, sentenció Ruiz, quien dio la receta de su éxito.Triunfos rápidos
El año pasado, con menos de un año de entrenamientos, Sara viajó a Indianápolis, en Estados Unidos, para competir en la Serie Mundial de Natación Paralímpica y conquistó las medallas de oro en los 50, 100 y 400 metros libres, para presentarse internacionalmente como la nueva joya de la paranatación colombiana.
“Quiero seguir entrenando para ser cada vez mejor, pensando en mejorar tiempos. Pienso estar en Tokio 2020, pero mi gran meta es estar en París 2024”, dijo la deportista, quien añade: “El deporte para mí es mi vida, es mi carrera, porque de la mano de mi entrenador, que es quien con mi familia ha creído siempre en mí, quiero seguir adelante para darles muchos triunfos a Bogotá y a Colombia”.
En estos Juegos Parapanamericanos, Sara, quien estudia de manera virtual en el colegio Paulo Freire, en el que cursa sexto grado, logró las medallas de oro en los 50 metros mariposa y los 100 metros dorso y la medalla de plata en los 400 metros femenino en la categoría S6.
Con tan solo 12 años de edad, Sara ya es la mejor del país en la categoría S6 de la paranatación y sus tiempos la tienen como la número uno de América y entre las mejores del mundo. Es una niña prodigio, es de esa raza de deportistas que nacen para ser campeones y tiene una carrera prometedora, en la que nunca quiere para de ganar.
“El deporte ha llegado para cambiar mi vida, es algo muy bonito, porque la natación cambió toda mi vida y la disfruto mucho, para mí es como un juego, en el que intento hacer lo mejor posible, siempre feliz para hacer feliz a quienes creen en. Yo quiero que llegue más gente y conozcan sobre este deporte; por ejemplo, nosotros no sabíamos de él, quiero impulsar para que haya más gente. Quiero servir de motivación para que más gente en estas condiciones practique el deporte o toque música o sea artista, pero que salga adelante”, concluyó.