El ñandú es un ave veloz típico de Argentina, similar al avestruz, y es también el nombre de un proyecto de investigación integrado por ingenieros aeronáuticos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Desde hace cuatro años, estos diseñan prótesis transtibiales para atletas que han sufrido una amputación en sus piernas, y que son hasta 23 veces más económicas que las que se importan en aquel país.
Con este proyecto, los investigadores pretenden “romper con el monopolio de las prótesis” orientadas al atletismo –específicamente para carreras de 100, 200 y 400 metros–, así como para niños y adolescentes que quieren iniciarse en esa disciplina, explica el director Lucas Sznajderman, de 28 años. Mientras que las prótesis importadas rondan los 18.000 dólares (16.200 euros), las que ellos fabrican cuestan unos 800 dólares (700 euros).
La iniciativa surgió originalmente en 2015 como el trabajo de fin de grado de Sznajderman, de la mano del ingeniero Juan Ignacio Villar, actual codirector, quien participaba entonces en el Comité Paralímpico del país. Uno de los competidores que representaba entonces a Argentina, con el que trabajaban, sustituía el pie que le faltaba con una zapatilla llena de bolsas de plástico. Fue entonces cuando comenzaron a idear una prótesis que fuese más accesible para él.
Cada una de estas tiene que poder adaptarse a las particularidades de cada corredor. “Tenemos que asegurarnos que los prototipos sirven para cada atleta”, precisa Sznajderman, ya que cada deportista posee características específicas en altura, peso, zancada y fuerza transmitida al piso. Por ello, desde un inicio han probado los productos en atletas, para poder desarrollar un modelo genérico que pueda adaptarse a cualquiera.
Además han ensayado distintos materiales. Una parte de la fibra de carbono, que es muy buena pero “inaccesible”, la han sustituido con fibra de vidrio que, pese a ser también importada, es más barata. La bota, la parte sobre la que descansa el miembro amputado, ha sido fabricada por un ortopedista, mientras que el anclaje que une la bota con la pieza, ha sido realizada en polímeros de impresión 3D o en metal. Las reglamentaciones de las competencias de alto nivel no limitan las prótesis en conceptos dinámicos o mecánicos pero sí geométricos, lo que significa que no está permitido darle al atleta una altura mayor o partes motoras que mejoren su rendimiento.
El proyecto, que tiene dos fuentes de financiamiento, una de la UNLP y otra de la propia facultad, está integrado por ocho ingenieros, entre ellos, Marco Fontana (coordinador) y Álvaro Benítez (becario), además de contar con la colaboración de la Facultad de Bellas Artes, en el diseño, y de la de Educación Física. Desde 2016, se suman alumnos de Francia gracias a unas becas de la UNLP para inversión en desarrollo.
Aunque el equipo sigue en la fase de investigación y desarrollo, que terminará entre finales de este año y la mitad del siguiente, su meta es conseguir patrocinadores para poder ofrecer en un futuro este producto a “la gente que más lo necesita”, destaca Sznajderman.