LUCA PATUELLI gira como un molinillo boca abajo y parece que flota en el aire. Suena hip-hop y el bailarín sonríe, disfruta. A Patuelli se le conoce por el alias que adoptó, Lazylegz, en inglés algo así como Piernasflojas. Es un fenómeno del baile urbano breakdance equipado con unas muletas de titanio.
“Bailar es mi vida”, dice en su estudio de Montreal, Canadá. “Te conecta con el momento presente, más allá de cualquier diferencia”. Bailarín, coreógrafo, jurado en concursos televisivos, instructor y conferenciante, nació en Montreal, hijo de Laura y Flavio, emigrantes italianos, en 1984. Vino al mundo con artrogriposis, un síndrome que afecta huesos y articulaciones. Desde los 7 meses hasta los 17 años le hicieron 16 intervenciones quirúrgicas. “Estuve mucho tiempo en cama”, recuerda. “Tenía mis consolas de videojuegos, pero en cuanto podía salir de nuevo a la calle las dejaba arrumbadas”. Acumuló tantos juegos que terminó alquilándolos en su escuela, y ahí empezó a sentir la dulzura de la popularidad.Uno se pregunta de dónde sale esta fuerza de voluntad descomunal. De cuantificarse en alguna medida, sería en toneladas. “Mi familia y mis amigos son los culpables”, responde. “Mis padres y mi hermano siempre trataban de encontrar una solución para que hiciéramos las mismas actividades. Eran honestos. No tenían miedo de decirme las cosas. Me enseñaron a no sentir pena por mí. Y mis compañeros del colegio y mis amigos del barrio me incluían en sus planes. No dejaban de darme ideas”. Luego, Luca Patuelli suelta una carcajada y añade: “También me inspiró Bart Simpson. No bromeo. Me encantaba mirar sus travesuras”. Aunque sus dioses son otros. Arriba del todo de su altar, Michael Jackson. Algo más abajo, James Brown y el pianista ciego Ray Charles.
Practicó fútbol, esquí, béisbol y natación hasta que se enamoró del monopatín. “Me ponía de rodillas, con una mano cogía la tabla y con la otra me impulsaba”, le contó en la tele a Ellen DeGeneres. Una cirugía en las rodillas a los 15 años terminó con esa afición. El baile tocaría a su puerta poco tiempo después por sugerencia de un amigo. “El breakdance consiste en tratar de crear nuevos movimientos, así que me di cuenta de que mi diferencia sería mi principal fuerza”, explica. Estaba en la adolescencia y pasaba tiempos difíciles: “Tenía inseguridades, por supuesto, y las sigo teniendo. Lo que más me afectaba era ver que mis amigos comenzaban a tener pareja”. Su padre, un marmolista toscano, le repetía que en la vida “el primer fracaso es no intentar nada. Me insistía en que persiguiera mis sueños”.
Patuelli desarrolló su estilo de baile por su cuenta, aunque hoy, dice, le gusta escuchar con sigilo los consejos de los demás bailarines con los que comparte talleres. Viste camiseta sin mangas, pantalones deportivos, gorra, zapatillas. Charla junto a un grafiti que decora su estudio con su apodo, Lazylegz. “Había un famoso bailarín que usaba el mote Crazylegs [Piernaslocas]. Antes de uno de mis primeros concursos, a un colega se le ocurrió presentarme con el de Lazylegz. Me gustó mucho y lo conservé”.
Poco a poco, el bailarín se fue haciendo un hueco en la escena local y se inscribió en una licenciatura en Empresariales. Tardó siete años en sacarse el diploma porque priorizaba el baile. Además de participar en concursos, comenzó a aparecer en programas televisivos y a dar conferencias —escuelas, reuniones empresariales, centros penitenciarios— en Canadá y en otros países. En sus viajes conoció a otros bailarines de breakdance con discapacidades, así que en 2007 los reunió y fundó una troupe de dance integrada por talentos internacionales. En 2010 alcanzó un momento de fama intenso al protagonizar la ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos de Vancouver, en la que fue bailarín y codirector artístico.Patuelli está casado con Melissa Emblin, profesora de baile y terapeuta ocupacional, y tienen una hija llamada Aura Isabella. Él lleva su nombre tatuado. “Tiene tres años y mucho ritmo, pero jamás la obligaremos a ser bailarina”, bromea.
En 2012 Piernasflojas se asoció con la profesora de educación especial Marie-Élaine Patenaude para crear RAD, un proyecto en varias ciudades de Quebec para dar cursos de baile a menores con alguna discapacidad, como niños autistas o con síndrome de Down. Tres años después el Gobierno les dio la medalla al mérito. Sin embargo, el RAD solo duró un año más a partir de ahí. “Tuvimos problemas de financiamiento”, dice Patuelli, que comenta que en esa época pasó por una fuerte depresión.
Patuelli junto a sus muletas y aparatos ortopédicos. ROGER LEMOYNE
Hoy sigue bailando en múltiples escenarios y prosigue con sus conferencias. Imparte cursos de baile en su estudio a cualquiera que desee seguir el ritmo. Es instructor en la compañía Les Grands Ballets Canadiens. En breve bailará en Dubái y estará en el Festival Internacional Cervantino de México. Su máxima: “Sin excusas. Sin límites”. Así piensa Luca Patuelli. Así quiere que se piense. Su mensaje va para las familias que tengan chiquillos con alguna discapacidad o que se sientan excluidos, pero también, dice, “más allá”, con vocación universal. “Hay que soñar y actuar por encima de las diferencias”.Rechaza que se defina a las personas por sus límites, empezando por él mismo. “Se puede decir que soy un bailarín con una discapacidad, pero no un discapacitado que baila”, sintetiza este canadiense lleno de voluntad de poder y con rostro de eternidad.