Ashley McKenzie es el ejemplo perfecto de cómo el deporte puede cambiar a alguien que parece haber perdido el rumbo. El londinense de 26 años tuvo una adolescencia fuera de control en el barrio East End del distrito de Hackney, donde fue expulsado incontables veces de las escuelas por actos de violencia y abuso, usualmente contra compañeros de clase. Su temperamento incontrolable lo hizo caer en una unidad psiquiátrica donde a veces quedó recluido en una celda acolchonada.
Entonces, un día, en una pelea por unas cartas de Pokemon, su adversario lo arrojó al piso con un movimiento de judo. Quedó tan maravillado e impresionado que se asoció al mismo club que la persona que le venció: el Moberly Judo Club en Kilburn, North West London.
Ya en el 2016, McKenzie es un atleta Olímpico y campeón en los Juegos de la Mancomunidad. Actualmente está en Río para el evento test de judo. Y tiene en claro dónde estaría sin ese deporte.
Uno de los grandes nombres del Torneo de Judo de Aquece Rio, que comenzó el martes y finaliza este miércoles (8-9 de marzo) en la Arena Carioca 1 en el Parque Olímpico de Barra, McKenzie también trajo algo de glamour al evento. Él apareció en Celebrity Big Brother en su país natal y tiene su propia línea de ropa. El judoca está cerca de clasificar a los Juegos Olímpicos en la categoría de -60kg y ha reemplazado la foto en su perfil en Facebook por una imagen del Cristo Redentor con un kimono y un cinturón negro.
McKenzie competirá en la categoría -66kg esta semana (sólo habrá disputas masculinas en ese peso y en -81kg), mientras que las mujeres pelearán en -52kg y -63kg. Un total de 99 judocas participan de la competencia representando a Brasil, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Japón, Hungría, Líbano y Papua Nueva Guinea.
McKenzie tuvo una infancia temprana difícil. Nació con un agujero en su corazón y necesitó cirugía a los 18 meses. Luego sufrió de asma, hipoacusia y epilepsia. A los 7 años fue expulsado de la escuela por patear a otro niño en la cabeza y llegó a ser echado más de 100 veces de un mismo colegio.
Su vida comenzó a mejorar luego de que le diagnosticaran déficit de atención y un trastorno de hiperactividad a los 11 años, aunque siguió metiéndose en peleas antes de que el muchacho con las cartas de Pokemon le abriera los ojos al judo.
McKenzie se enamoró tanto del deporte que dejó de tomar su medicación (apagaba sus sentidos) para poder entrenar y competir. El judo tomó el lugar de sus remedios.
Hay 22 cupos Olímpicos en cada categoría, que serán distribuidos según los rankings internacionales. Al 29 de febrero, McKenzie estaba en la posición 20 y tiene por delante más torneos a disputar antes del cierre del período de clasificación el 30 de mayo.
Cómo el niño malo del judo aprendió a controlar su temperamento
