Cuando la retinosis pigmentaria le privó de la visión con 16 años, Xavier Porrasse volcó de lleno en el deporte. Por aquel entonces el fútbol era su afición, pero encontró en el atletismo su vía de escape. Una progresión imparable que le ha llevado a participar en cuatro Juegos Paralímpicos. En Tokio 2020 se calzará las zapatillas por quinta vez y ya aventura que será la última en la máxima competición deportiva del mundo.
Aunque aún queda más de un año, el tiempo apremia y la rigurosa disciplina deportiva autoimpuesta le lleva a dedicar al menos tres horas al día a entrenar. El Complejo Deportivo Municipal de Hospitalet de Llobregat es su segunda casa. En su día a día, Xavi se ayuda del bastón, pero una vez cruza la puerta del centro lo dobla cuidadosamente y lo recoge en la mochila. Ahí, en la pista, le espera su lazarillo, Enric Martín.
Se conocieron en 2009 y desde entonces se ha convertido en su sombra. Juntos han participado en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012, en Río de Janeiro 2016 y en varios mundiales y europeos. Es quien le acompaña en el calentamiento y durante los estiramientos o los ejercicios de velocidad… Todo lo necesario para llegar en forma a la ciudad nipona. Pero su complicidad llega más allá de lo estrictamente deportivo. “Cuando vas a las competiciones y cuando estás en una Villa Paralímpica, es una convivencia conjunta con Xavi. En competición y fuera de la pista es un tándem, y como cualquier tándem tiene que estar unido lo máximo posible para estar compenetrados”, explica Martín. “Es una figura indispensable para que me diga qué hay para comer, para cenar… Que me ponga en situación en un hotel o haga la descripción de la ciudad a la que he ido a competir”, añade Porras.
Adaptación y flexibilidad
Aunque Martín reconoce que nunca había tenido un “interés profundo” por convertirse en guía y “desconocía cuál era el papel”, cuando hace 10 años Miguel Ángel Torralba, entrenador de Xavi desde el inicio de su carrera deportiva y auténtico líder del proyecto, se lo propuso no lo dudó ni un momento. “Para mí suponía poder volver otra vez a las pistas. Durante 20 años estuve entrenando, forma parte de mi vida, y cuando lo dejé al terminar la carrera pensaba que ya le había dado carpetazo. Conocer a Xavi, sus virtudes y el mundo paralímpico ha sido todo un descubrimiento a nivel deportivo y personal”, señala.
«Conocer a Xavi, sus virtudes y el mundo paralímpico ha sido todo un descubrimiento a nivel deportivo y personal»
Una vez que tuvieron la primera toma de contacto, en la que “se describe absolutamente todo”, fue cuestión de horas empezar a encajar como un engranaje perfecto pero, a la vez, complejo. “Cuesta mucho compaginar este nivel de exigencia con el trabajo y más cuando dependes de otras personas. Es un trío en el que estamos Enric, mi guía; Miguel Ángel Torralba, el entrenador; y yo. Cada uno tenemos nuestra historia personal, familiar y laboral. No se puede ser rígido absolutamente, sino que tenemos que adaptarnos los unos a los otros como deportista y como persona”, recalca Porras.
Compagina su trabajo como teleoperador en la central de CaixaBank con los entrenamientos y las competiciones, sin olvidarse de la parte personal y familiar, ya que tiene una hija de 7 años y un pequeño de dos y medio. Una dedicación que también tiene que tener el guía, aunque, reconoce, “es complejo encontrar un guía con este nivel de compromiso”. Un hándicap que ha roto con Enric. “Como son tantas horas juntos, todos los guías han empezado como guías y han acabado siendo grandes amigos porque se genera complicidad, cariño…”, apunta con una sonrisa.
Si la complicidad fuera de las pistas es complicada, dentro no es más sencilla, sobre todo a nivel técnico y físico. Llevar el mismo ritmo es fundamental. “Se tiende a coger a una persona que está en forma e inevitablemente tiende a competir por sí misma. Es difícil porque quieres seguir siendo atleta pero no puedes hacerlo, eres guía. Y cuesta adaptarse, pero todo es cuestión de tiempo”, explica Martín.
Con la mirada fija en Tokio 2020, Porras no siente especial presión por vivir esta última experiencia paralímpica. Reconoce que sin la dedicación de su guía y sin la del entrenador sus logros “no serían posibles”, por lo que ellos también “forman parte de los éxitos”. “Estamos para lo bueno y para lo malo. Estás metiéndole caña, estás trabajando duro para que consiga una buena posición junto contigo y te atribuyes parte del éxito. Por eso espero que, aunque sea, nos volvamos con una medallita”, incide entre risas Martín. Sin embargo, Xavi no se muestra tan tajante. “La medalla de bronce Pekín 2008 es un reconocimiento al esfuerzo, pero detrás de esa medalla hay mil experiencias, mil momentos… que se quedan grabados. Hay que saber valorar esos momentos fugaces, esos instantes que son los que se quedan”, sentencia Porras.
La labor del guía paralímpico
- Atletismo: En el caso de las competiciones de fondo y velocidad, el guía tiene que ir al mismo ritmo que el atleta, ni delante ni detrás. No se puede ayudar tirando de él. Van unidos con una especie de goma no elástica. Además, al llegar a meta, el guía tampoco puede entrar antes que el atleta paralímpico, tal y como explican Enric Martín y Xavi Porras. En cambio, dentro de la disciplina de salto de longitud, especialidad de Porras, guía y entrenador comparten responsabilidad, aunque el atleta compite solo. El guía le ayuda con la parte técnica, a coger velocidad, y una vez colocado en la línea de salida, a 35 metros del foso, el atleta avanza hasta que se encuentra con su entrenador, quien con la voz le dice la dirección en la que tiene que saltar.
- Natación: Los nadadores compiten con la ayuda de una figura que se denomina tapper. Suele ser su entrenador y su labor consiste en avisar cuando esté llegando al bordillo para que el nadador sepa que tiene que dar la vuelta. A través de un bastón de gomaespuma le dan pequeños golpes en la cabeza que sirven a modo de seña. Además, para no desviarse del camino, compiten rozando las corcheras que dividen las pistas.
- Ciclismo: Es una de las disciplinas más vistosas, ya que van montados en un tándem. Al manillar se sitúa el guía, mientras que el atleta invidente va como copiloto en la parte trasera. Por eso, durante los entrenamientos es fundamental perfilar la coordinación, ya que tienen que pedalear al mismo ritmo, levantarse del sillín a la vez y girar también de manera coordinada.
- Fútbol: En el fútbol es indispensable saber dónde está el balón. Por eso, cuenta con un sistema sonoro que ayuda a los futbolistas invidentes a localizarlo. Además, los guías dan instrucciones desde fuera del campo para orientar a los jugadores. Se colocan detrás de la portería contraria y les dan información útil como la distancia a la que está la portería, cuántos jugadores contrarios tienen o en qué ángulo está la portería. Además, también les dicen dónde están sus compañeros y cómo tienen que organizar la defensa.