¿Cómo consigues acertar en la diana si no la ves?. «Esa la pregunta que todo el mundo me hace», dice riendo al otro lado del teléfono Daniel Martín Anaya desde la localidad holandesa de Den Bosch, donde el pasado viernes se colgó la medalla de bronce mundial en su primera salida internacional. Tras ser quinto en la fase de clasificación, se impuso en cuartos a Janice Walth (6-4), cayó ante Ruben Vanhollebeke en semifinales y después derrotó al andorrano Jordi Casellas por 7-3.
«Nuestro visor es táctil. Tengo un trípode como el las cámaras de fotos con una bolita arriba de dos centímetros de diámetro que tengo que tocar con los nudillos. Esa bolita está a la altura del centro de la diana. El entrenador es el que la coloca y así sabemos a dónde tenemos que apuntar», explica.
«Y en el suelo hay unos hierros que me sirven como referencia para colocar siempre los pies en la misma posición, siempre perpendicular a la diana», añade. «Lo más difícil es controlar el equilibrio del cuerpo», confiesa. Ahora pónganse en su lugar, tápense los ojos con un antifaz y traten de disparar una flecha con un arco.
Lo más difícil es controlar el equilibrio del cuerpo»
Daniel Martín
El pionero español
Descubrió este deporte durante unas jornadas lúdico-deportivas en su instituto. «Una de las actividades era disparar flechas a la diana. Tiré din adaptaciones y sin nada, por tener contacto con el arco y me encantó. Nunca pensé que iba a llegar a competir. El profesor de Eduación Física me puso en contacto con el Club de La Flecha y hasta hoy», resume. Corría el año 2014 yningún ciego practicaba el tiro con arco en España, por eso su entrenador Daniel Morillo, que fue campeón de España y participó en los Juegos Olímpicos de Pekín, tuvo que ingeniárselas para descubrir cómo adaptar este deporte a su pupilo. Empezó a investigar por internet, a ver vídeos y a formarse.
Tiré din adaptaciones y sin nada, por tener contacto con el arco y me encantó»
Daniel Martín
Acudió en 2017 como invitado a su primer Campeonato de España que se celebraba en el club en el que se entrenaba y sigue haciéndolo, compaginándolo con el atletismo y la carrera de Magisterio de Eduación Primaria (acaba de terminar segundo). Por las mañanas va a clase y por las tardes se entrena cuatro días por semana.
Antes del tiro con arco practicó judo, goalball, ajedrez y baloncesto adaptado. «Cuando voy a tirar a canasta me dicen dónde está», explica.
Atrofia del nervio óptico
Sus padres siempre le recuerdan que, a principios de curso, cuando llegaba a casa, quería apuntarse a las extraescolares de fútbol y baloncesto, «pero evidentemente no podía», dice riendo. Y no podía porque Daniel, que ahora tiene 25 años, sufre una atrofia del nervio óptico desde que tenía dos. «Mis padres se dieron cuenta de que me chocaba con las cosas y empezamos con las pruebas en el oculista. Seguimos a día de hoy. Uno se acostumbra a estar toda la vida de médicos«, dice resignado. Porque su hermano, seis años mayor, también tiene graves problemas de visión. Son los únicos de la familia.
Los límites se los pone uno mismo; si quieres practicar un deporte siempre existirá algún tipo de adaptación para poder hacerlo»
Daniel Martín
Pero esas limitaciones nunca han sido un hándicap en su vida. «Hago una vida normal, con las limitaciones que conlleva no ver. En mi día a día me muevo con bastón, pero en septiembre voy a buscar a mi perro guía a Estados Unidos. Los límites se los pone uno mismo. Si quieres practicar un deporte siempre existirá algún tipo de adaptación para poder hacerlo. El mejor consejo que me han dado es que disfrute de lo que me gusta y eso es lo que hago», dice.
En los Juegos Paralímpicos sólo compiten arqueros con discapacidad física. «Ojalá algún día lo sea también mi categoría. Poder estar sería la bomba», dice. Es su gran sueño.