Pablo Ramírez Lemus, policía de tránsito y atleta de alto rendimiento que perdió una pierna tras un accidente, está cerca de participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
Para Pablo la discapacidad no es ninguna limitante, tan es así que se mantiene vigente en su labor e intenta contagiar a sus compañeros su pasión por todo en lo que cree. Es apasionado de las motocicletas y trabajar en la Policía fue un sueño que tuvo desde niño, señaló la Secretaría de Seguridad Ciudadana en un comunicado.
Se siente agradecido porque a pesar del accidente que sufrió tuvo una segunda oportunidad de vivir, y por ello en sus tiempos libres da pláticas motivacionales a personas con discapacidad, a otros deportistas y en escuelas. En la Secretaría de Seguridad Ciudadana inició como motopatrullero a los 19 años, pero también ha realizado labores administrativas, manejo de archivos, traslado y supervisión de personal en eventos masivos.
Con siete años de servicio, Pablo tiene la licenciatura de Perito Criminalista, y en la actualidad es instructor en el gimnasio de la Subsecretaría de Control de Tránsito, donde se encarga de mantener en buena condición física a sus compañeros. Ha corrido en los Maratones y Medios Maratones de la Ciudad de México y en todo tipo de carreras que se organizan en la capital, incluso en las Spartan Race con obstáculos de por medio.
“Con una discapacidad no te debes esconder ni sentir menos. Es una lección dura que te cambia todo lo que ya conocías, pero aun así debes salir adelante porque sigues vivo y eso es lo que te permite disfrutar las cosas que amas, como la familia, los amigos o las pasiones, como el deporte lo es para mí”, dice.
Del accidente, Pablo recuerda que todo pasó sin darse cuenta. Era su día de descanso y circulaba en moto sobre una avenida principal. Metros adelante había ocurrido un accidente, había ambulancias estacionadas y varios vehículos hacían fila, intentando incorporarse a los carriles habilitados.
Bajó la velocidad, se detuvo detrás de uno de los autos y mientras miraba el espejo, calculando el momento en el que podría cambiarse de carril, sintió un golpe seco en la espalda: un vehículo no alcanzó a frenar y lo prensó contra el de enfrente. El golpe lo dejó inconsciente y sufrió fractura de fémur expuesta, pero además pasó una semana en coma y con pocas probabilidades de sobrevivir, pues adquirió una bacteria que lo mantuvo hospitalizado durante cuatro meses y fue sometido a 28 operaciones para intentar salvarle la pierna.
Pablo tuvo que decidir entre seguir los tratamientos para conservar su extremidad o dejar de exponer su vida. “No importa si no tengo piernas o brazos, lo que quiero es seguir viviendo”, dijo a los médicos. Pablo es asiduo al deporte desde su infancia.
Practicó atletismo, ciclismo y acrobacia freestyle en pista, y a partir del accidente continuó con el atletismo y empezó a practicar remo adaptado, deporte con el que dice experimentar la sensación de libertad que tenía al correr en moto. Entrena tres veces al día y su meta es ser parte de los ocho mejores del mundo en remo adaptado para llegar a los Juegos Paralímpicos en Tokio 2020.