La vida de Desirée Vila, atleta paralímpica, cambió hace cuatro años cuando a raíz de las heridas derivadas tras una caída durante un entrenamiento, perdió su pierna derecha. Otras personas se hubieran rendido, pero ella encontró una nueva manera de afrontar su vida gracias al deporte adaptado: “Antes hacía gimnasia acrobática, estaba en la selección española, y con 16 años tuve una caída entrenando. Ese año me estaba preparando para el Europeo, en una etapa deportiva muy buena, pero tuve la mala suerte de que en el accidente me rompí la tibia y el peroné, se obstruyó una arteria y eso derivó en la amputación de la pierna derecha. Fue lo que rompió mi vida entre lo que era antes y lo que es ahora”.
Desirée, que había sido internacional con el equipo de gimnasia acrobática, probó distintos deportes hasta que encontró su sitio en el atletismo, en la velocidad y en el salto, con un entrenador de lujo como es Lorenzo Albaladejo. “Cuando salí del hospital, mis padres me animaron a seguir haciendo deporte. Primero probé el tenis en silla de ruedas, pero los deportes con balón no se me daban muy bien. También probé el baloncesto en silla, la natación… pero sin embargo el atletismo, al conocer a la gente y meterme en el grupo, pues me motivó muchísimo y desde que hice la primera competición me dije que quería seguir con el atletismo para ver hasta dónde podía llegar”.
En su lugar, muchas personas se hubieran rendido ante su nueva situación personal. Sin embargo, la deportista gallega ha sabido adaptarse y tomó la decisión de viajar, de estudiar, y de asumir una nueva etapa en su preparación deportiva en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid: “Estar en la Blume, con los mejores deportistas a nivel nacional e internacional es lo mejor. Tener estas facilidades para entrenar aquí, personas especializadas en atender a deportistas con discapacidad como es mi caso, vivir aquí… todo eso no lo podría tener en otro sitio y es lo que me está llevando a mejorar cada día y espero seguir compitiendo a nivel internacional durante muchos años”.
La velocista y saltadora paralímpica combina sus jornadas de entrenamiento con los estudios de Relaciones Internacionales. Una de sus pasiones es escribir, y no se cansa de decir que “lo único incurable son las ganas de vivir”. Lo ha convertido en su lema vital, lo lleva tatuado en su cuerpo y por supuesto en su pierna ortopédica, y es también el título del libro que ha escrito en el que ha narrado toda su experiencia vital.
“Mi libro se titula así porque es una frase que me marcó mucho y que me dijo una enfermera cuando estaba en el hospital. Fue cuando me di cuenta de que mi vida había cambiado pero que no iba a ser peor que la que tenía antes del accidente. Yo tenía en mis manos la decisión de mejorarla a pesar de lo que me había tocado vivir y tener una vida plena, como lo es ahora”. “Espero que la gente que viva una historia similar a la mía pueda ayudarles, que les sirva de apoyo y que les empuje para seguir adelante”, añade la velocista.
Como ella mismo dice en su libro, -prologado por la gimnasta olímpica Almudena Cid– la manera de vivir los malos momentos son los que te hacen crecer. Los pensamientos positivos son la fuerza para seguir creciendo. En la vida, y en el deporte”.