Erika Lantigua y Minercy Ureña Fernández son compañeras del San Francisco Fútbol Club y entrenaron durante meses para formar parte del equipo de la Quinta Zona.
Es grande el deseo que sienten de jugar en los Juegos Nacionales, pero el destino les hizo una mala jugada.
Con sus penas a cuestas se encuentran en el festivo ambiente de la justa, pero no en el rol que anhelan.
“Aquí estamos”, declara Erika, de 23 años, mientras lentamente llegaba ayer, con la ayuda de muletas, a la villa que alberga a los atletas.
Una caída sufrida el pasado lunes en las escalinatas donde reside junto a sus padres y hermanos en la Ciudad del Jaya, le provocó un esguince grado tres en el tobillo izquierdo, lesión que le apartará de la cancha hasta febrero del próximo año, según el pronóstico más optimista de los ortopedas que le asisten en el Hospital Metropolitano de Santiago.
Resignadas
“Yo creo que cuando pasa algo es porque realmente Dios lo quiso así. Lo acepto, pero mis deseos de jugar eran infinitos”, manifiesta la estudiante de Hotelería y Turismo en la Universidad Católica Nordestana.
“Yo vine con mi muleta y todo porque quiero apoyar a mi equipo, a mi zona, a mi ciudad”, expresa Erika.
“El fútbol no solamente se vive jugando, también tú lo vives viendo, aunque sea desde la banca, a tus compañeras felices, disfrutándolo”, subraya a modo de consuelo.
“Yo no lo veo como una pérdida, sino como algo de aprendizaje porque a mí también me pasó”, puntualiza, a su vez, Minercy, de 18 años, quien el primero de octubre sufrió una grave lesión en la rodilla izquierda y en uno de los tendones mientras practicaba.
La menuda atleta aguardaba impaciente por el inicio de la edición número 14 de los Juegos Nacionales, pero para una próxima ocasión, pues el destino la ha dejado con la ilusión de sudar la franela de su zona.
“Yo quería jugar, estaba muy emocionada”, enfatiza la defensa lateral derecho.
“Nosotras no esforzamos bastante, seguíamos los entrenamientos al pie de la letra porque en verdad queríamos jugar”, lamenta.
Las dos fueron parte de las 32 futbolistas convocadas hace cuatro meses con miras al evento. Por su calidad y disciplina sobrevivieron a todos los cortes realizados por el cuerpo técnico del grupo. “Nos preocupamos mucho cuando se lesionaron. Ha sido una gran pérdida para el equipo y para ellas porque tenían mucho entusiasmo de jugar”, subraya su compañera Waderly Abreu, también francomacorisana.
“Pero nada, aquí estamos”, recalca Minercy con ojos llorosos.