Es la carrera que Michael Johnson se niega a perder: la más importante de una impresionante trayectoria en la que llegó a ser la gran sensación del atletismo en los años 90.
Y fueron precisamente los sacrificios y éxitos que vivió en aquella época, en particular el año en que logró dos medallas de oro en las Olimpiadas de Atlanta en 1996, lo que le ayudó durante el proceso de recuperación del infarto que sufrió hace dos meses.
Johnson, de 51 años, habló en una entrevista con la BBC de la necesidad que tuvo de recuperar el “modo de pensar” que tuvo durante sus años en la pista y de cómo ya casi regresó a la normalidad.
“Iba logrando mínimas mejoras gradualmente y eso me dio esperanzas”, comentó el atleta, quien hace 22 años estableció el récord mundial de los 200 metros planos en 19,32 segundos.
Recientemente, en el hospital, recorrer esa misma distancia le tomó 15 minutos.
“Le dije a mi esposa que estaba confiado en recuperarme y que no solo haría eso, sino que lo iba a hacer más rápido que nadie”, dijo.
“Supe que la recuperación se iba a basar en el trabajo duro, la concentración y el compromiso a todo el proceso. Eso es algo con lo que estoy familiarizado”.
Casi tres meses después del infarto, Johnson reconoce que se siente bien. “Tuve mucha suerte”, aseguró.
Cosquilleo en su brazo
Johnson también ganó la medalla de oro en el relevo 4×400 metros en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y ocho años después defendió con éxito su título de los 400 metros en Sídney, convirtiéndose a los 33 años y 12 días de edad en el mayor velocista en subir a lo más alto del podio.
Todos esos logros pasaron a un segundo plano cuando, hace unos meses, “sintió un extraño cosquilleo en su brazo izquierdo” tras finalizar una sesión de ejercicios.
En ese momento no lo pensó dos veces y se dirigió directamente a un hospital.
“Después del examen de resonancia magnética casi me caí de la camilla. No podía caminar o mover mi pierna izquierda”, recordó.
“El entumecimiento de mi brazo también fue intenso. No lo sentía y tenía problemas para mover mis dedos”.
“Fueron muchas emociones. Una vez que me dijeron que había sufrido un infarto y que no podía caminar, todo comenzó a ser muy real”, dijo.
Los miedos
“Comienzas a pensar: ‘¿Cómo será mi vida? ¿Qué calidad de vida tendré? ¿Me podré vestir solo? ¿Me podré cuidar a mí mismo o mis familiares lo tendrán que hacer por mi?’”, se fue preguntando.
El consejo de los doctores tampoco calmó su ansiedad.
“Ellos me contaron que eso era lo que todas las víctimas de infarto decían, pero que lamentablemente no había respuestas, que el tiempo sería el que lo diría”, recordó.
Para el corredor, lo más difícil de escuchar y lo que le dio más miedo fue cuando le dijeron que “algunas personas se recuperan completamente, algunas lo hacen de manera parcial… pero nadie sabe cuánto tiempo tomará”.
“Pasas de tener a miedo a preguntarte enojado: ‘¿por qué me está pasando esto a mí?’ Lo primero que te dicen los doctores es que no fumes, que pierdas peso, que hagas ejercicio y te pongas en forma, y que comas bien. Todo lo que yo ya estaba haciendo cuando esto pasó”, lamentó.
Pero después de ese momento su rabia e impotencia, Johnson asumió su nueva realidad y aceptó el consejo de comenzar cuanto antes la terapia física para acelerar su recuperación.
“Eso fue exactamente lo que hice dos días después del infarto. Salí de la cama con ayuda y, con una andadera, comencé a caminar alrededor del hospital”.
“Irónicamente, era una distancia de alrededor 200 metros. La cronometré y me tomó unos 15 minutos recorrer esa distancia”, contó.
Pero lo que podría haber sido un factor de desesperanza, “en especial tras ser la persona más rápida del mundo en esa distancia”, a Johnson le sirvió como un elemento motivador.
“Con cada paso que daba podía sentir como iba aprendiendo”, resaltó el campeón.
“En las siguiente semanas regresé a mi modo de pensar olímpico y me enfocaba en tener la mejor sesión de entrenamiento que podía ese día. Eso lo utilice para estar mejor y recuperarme”, agregó.
Primero fue recuperar la coordinación y el balance que había perdido. Después fue caminar, y luego unos ejercicios dinámicos. Como último paso, estaba el volver a correr.
Johnson, por ahora, va ganando la carrera que se niega a perder.