Sam Ballard, el joven australiano que se dio a conocer mundialmente tras una dura historia en la que resultó parapléjico tras comerse una babosa de un jardín, como parte de un desafío entre amigos, falleció ocho años después del hecho que le cambió su vida.
La noticia la confirmó Lisa Wilkinson, del programa The Sunday Project, quien había hecho un reportaje sobre el chico a principios de este año. “Sus amigos se han quedado con él desde entonces. El viernes, Sam falleció, rodeado de su familia y leales y amorosos compañeros”, dijo Wilkinson, quien agregó que las últimas palabras de Sam fueron: “te amo mamá”.
En 2010, y con apenas 19 años, el deportista, quien era un talentoso jugador de rugby de la ciudad de Sidney, estaba tomando vino cuando salió la idea del reto, y aunque inmediatamente no sucedió nada, días después el australiano empezó a sentir calambres y punzadas muy fuertes en sus piernas.
Los médicos inicialmente diagnosticaron que el joven había sido infectado con un gusano pulmonar proveniente de una rata, lo que le desencadenó una infección en el cerebro.
Más tarde, su situación se complicó y terminó en estado de coma durante 420 días al contraer meningoencefalitis eosinofílica. Y aunque los doctores lo trataron durante casi tres años, finalmente terminó postrado en una silla de ruedas y no se pudo revertir nada.
Los médicos descubrieron que la babosa que se comió el chico llevaba la infección de un parásito llamado Angiostrongylus cantonensis, que fue directo a su cerebro.
Hace unos meses la madre y amigos del joven estaban dando una batalla legal, ya que el gobierno australiano hizo una serie de recortes a las personas con discapacidades, dando una ayuda de $135.000 anuales en vez de $500.000, lo que afectaba considerablemente sus cuidados.
El joven era alimentado a través de una sonda y padecía además convulsiones frecuentes.