GLASGOW. Reino Unido. ¿Golpear al balón con la cabeza afecta al cerebro o puede provocar enfermedades como la demencia? Es lo que intenta descubrir el neuropatólogo británico Willie Stewart examinando la salud de miles de exfutbolistas.
Desde la muerte en 2002 del exinternacional inglés Jeff Astle, atribuida a una enfermedad profesional, se ha acusado a las autoridades futbolísticas de no hacer nada al respeto.
Recientemente, otro exinternacional inglés, el excapitán del Newcastle Alan Shearer, conocido por su excelente juego aéreo, volvió a poner el dedo en la llaga hablando de su temor a desarrollar demencia tras haber golpeado el balón de cabeza durante tantos años.
Steward es el hombre encargado de investigar la relación entre el juego de cabeza y las patologías cerebrales. Él y su equipo están comparando los antecedentes médicos de 10.000 exfutbolistas profesionales con los de 30.000 personas procedentes de la población general.
Su estudio, titulado “Influencia del fútbol en la salud y el riesgo de demencia”, está financiado por la federación inglesa y el sindicato de jugadores profesionales con el objetivo de obtener datos fiables sobre una cuestión tan delicada.
Fue precisamente Stewart quien examinó el cerebro de Astle y estableció en 2014 que el exjugador del West Bromwich Albion había muerto a los 59 años debido a una encefalopatía traumática crónica (ETC) causada por los golpes en la cabeza.
El médico prefiere, no obstante, ser prudente sobre el posible vínculo con el juego de cabeza y prefiere referirse a una base de datos más amplia.
Steward cita así el ejemplo de tres antiguos miembros del equipo de Inglaterra que ganó la copa del mundo en 1966 y que tuvieron Alzheimer: Martin Peters, de 74 años, Ray Wilson y Nobby Stiles, estos dos últimos fallecidos.
“El problema es que la ciencia no se hace con anécdotas, que es lo único que tenemos”, dice a la AFP en el hospital universitario Queen Elizabeth de Glasgow.
“Es cierto que buen número de jugadores del equipo de 1966 se vieron afectados” pero “habría que saber por ejemplo si otros equipos que disputaron el Mundial-66 tuvieron tasas de demencia similares. ¿O es simplemente una rareza estadística que cayó sobre el equipo de Inglaterra?”
En su opinión, la patología de Astle pudo ser causada por otros factores que los golpes de balón, como choques cabeza contra cabeza o patadas recibidas en la cabeza durante la carrera de un profesional especialmente rocoso.
“Parece que la tasa de demencia es superior a la media entre los futbolistas, pero también fue el fútbol lo que les permitió tener una vida más sana y más larga”, afirma el doctor. “Les permitió vivir hasta los 70-80, cuando otras personas mueren hacia los 60 y no llegan a la edad en que hay riesgo de desarrollar demencia”, defiende.
Stewart afirma que un estudio realizado con estudiantes de la Stirling University en Escocia muestra que golpear el balón con la cabeza tiene realmente un efecto en el cerebro.
“Los llevamos a un laboratorio y utilizamos una máquina como las del tenis que les lanzaba balones”, explica.
“Lo hicimos 20 veces con cada estudiante y medimos las funciones cerebrales antes y después. Constatamos que la actividad eléctrica del cerebro se había ralentizado un poco y su memoria también”. “Estos trastornos cerebrales menores duraron 24 horas”.
Stewart bromea diciendo que no recomienda a los estudiantes golpear balones con la cabeza la víspera de un examen, pero también precisa que es muy difícil extrapolar estos resultados a los efectos a largo plazo.
La UEFA encargó hace unos meses dos estudios separados sobre los efectos del juego de cabeza en los jóvenes jugadores, la prueba de que se interesa por el tema.
Y Steward cree que las autoridades futbolísticas no evitarían tomar decisiones graves si se demostrase que hay una relación entre los golpes de balón y la demencia.
“Dentro de unos años, si se establece que jugar de cabeza es peligroso, la FIFA o la UEFA lo aceptarían y dirían que hay que hacer cambios para que estos hombres y mujeres puedan vivir después vidas largas y felices”.