En el caso de personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), los beneficios que se consiguen, según señala Cristina Gutiérrez, técnica de investigación de Autismo España, “son los mismos que para cualquier persona.
El deporte mejora la salud, la condición física y el bienestar personal y, por tanto, la calidad de vida”. Además, en el caso de las personas con TEA, continúa, “puede convertirse en una oportunidad de inclusión y participación social en la comunidad. Un aspecto especialmente valioso para ellos”.
Según algunos autores, el movimiento colabora en la adquisición de un esquema corporal, de una acertada organización espacio-temporal y de un mayor conocimiento del mundo exterior, así como un contacto más directo y real desde temprana edad.
Por ello, afirman que las primeras experiencias motrices del niño son insustituibles para el aprendizaje, entre otros, de las nociones de tiempo y espacio, pilares del desarrollo de la inteligencia.
Además, no hay que olvidarse, del papel que tiene el ejercicio físico para quien lo practica, en el sentido de que se convierte en una auténtica “válvula de escape”. De este modo, Francisco Javier Narbona Cárceles, especialista en Traumatología y Ortopedia Infantil, Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón y colaborador del Instituto Avanfi, manifiesta que “los niños con TEA, al igual que el resto, se encuentran en una fase de sus vidas en la que necesitan “quemar energía”.
El deporte, incluyendo los deportes en solitario, les permite canalizar esta vitalidad a través de una actividad con efectos beneficiosos, disminuyendo así la probabilidad de que se manifieste en forma de otro tipo de conductas perjudiciales”.
Asimismo, mantiene Narbona Cárceles, “desde el punto de vista psicológico, este desarrollo de habilidades tanto físicas como mentales se traduce en un aumento de la confianza en sí mismo y una mayor integración en su entorno, partes imprescindibles para poder ser felices”.
Ana Lucas, psicóloga clínica y psicomotricidad infantil, propone diferentes deportes, dependiendo de la etapa evolutiva de la persona con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA). “En las primeras etapas de la vida, los expertos proponen a los niños con autismo juegos motores que fomenten la atención sostenida, juegos simbólicos en grupos pequeños donde es más fácil captar la atención y fomentar la interacción del niño con el monitor.
Cuando son más mayores, se puede pasar a otro tipo de actividades deportivas como la natación, el running o el ciclismo. En estas disciplinas la interacción dentro del equipo no es determinante y el niño puede tener buenos resultados, dentro del equipo, lo que fomenta su autoestima”.
A la hora de plantear a personas con TEA la realización de cualquier tipo de actividad física, es importante que tengamos en cuenta sus preferencias e intereses, además de que cuente con los apoyos individualizados y especializados que pueda requerir.
En este tema, Cristina Gutiérrez apunta que es necesario favorecer un entorno cognitivamente accesible, en el que las actividades sean comprensibles y tengan sentido para la persona. “Quizás los aspectos más relevantes para plantear la actividad son que las normas que la regulan sean explícitas y comprensibles para la persona con TEA, y que esta sepa en todo momento lo que se espera de ella.
Para favorecerlo, puede ser útil que se empleen apoyos visuales (imágenes, reglas escritas, pictogramas…) u otros recursos que faciliten la comprensión y la comunicación”, comenta Gutiérrez.
El deporte como oportunidad de inclusión para los autistas
