COLUMBUS. Isaiah Pead se acomoda en el asiento del conductor, coloca primero su pierna metálica, gira la llave y se deja seducir por el sonido del motor BMW.
El nuevo juguete de Pead es un Campagna T-REX color crema, lo más cerca que puede estar de una motocicleta, y una elección bastante atrevida para alguien que casi pierde todo en un accidente de auto.
«Esto es para los chicos», señaló Pead mientras salía de una cochera llena de juguetes para niños en bolsas de plástico. «Es como jugar de correr, cerca del suelo, ver las cosas antes que la gente te vea. Hay que tomar una decisión en una fracción de segundo».
Pead sale del camino, atraviesa su vecindario en el vehículo y se aferra a la normalidad a toda costa.
El hombre que corrió las 40 yardas en 4.47 segundos en el Combinado de Talento de la NFL en el 2012 no va a bajar la velocidad ahora. Pead, quien pasó cinco años en la NFL como corredor, perdió la pierna izquierda en las primeras horas del 12 de noviembre del 2016 luego que su Cadillac CTS- se impactara en la I-670, chocara con una barrera y se precipitara al menos 40 pies en un terraplén.
Lo que sucedió en el auto, y las ocho cirugías posteriores, alimentaron su espíritu competitivo lo llevaron al segundo acto: pelear por un lugar en los Juegos Paralímpicos del 2020 en Tokio como velocista en la categoría SB-LLI.
Pead ganó casi 4 millones de dólares como jugador, calificó para una pensión de la NFL, inició una compañía de camiones en Columbus, Ohio, y tiene un hijo de 19 meses de edad, Deuce, quien nació una semana antes del accidente.
Entonces, ¿por qué pasa la mayor parte de sus días entrenando en una pista con su entrenador de preparatoria?
Porque los corredores corren.
«Mi sueño terminó. Pero aún soy joven, tengo toda mi vida por delante. ¿Qué sigue?», declaró Pead, de 28 años de edad.
Pead volvió a la Eastmoor Academy, donde una vez compitió por títulos estatales sin mayor esfuerzo. Pero esta vez requiere mayor mantenimiento.
Casi cada 10 minutos, Peaddebe sacar una cubierta de goma de su «nudo», que necesita lubricación constante, ya que se contrae a lo largo del día y causa que la prótesis roce su entrepierna.
Ha intentado con distintas cremas, pero las rozaduras han afectado su ruta en las últimas semanas.
Desde una alfombra azul, Pead recuerda la facilidad con la que solía eludir defensivos en el segundo nivel, listo para torturar a ese pobre apoyador que iba retrocediendo.
«Con esto, simplemente no sé qué esperar», indicó Pead, quien mantiene un torso marcado por las flexiones que realiza a diario, pareciendo aún un corredor de la NFL. «Quiero perfeccionarlo, pero no sé cuál es el promedio o lo que se siente. Si no siento que está fantástico, entonces obviamente no es fantástico.
«Quiero ser un atleta. Esto viene con mucho más de lo que estoy acostumbrado».
Pead se levanta y comienza una serie de patadas, que son aún más impresionantes por el contexto de un accidente tan perturbador que aún miembros de su familia tienen dificultad para describirlo a dos años de distancia.
Esa mañana incierta, los médicos utilizaron «material de guerra» para controlar el sangrado debido a que no podían cerrar la pierna destrozada, recuerda su madre Leshawna Pead. Los médicos eventualmente retiraron cerca de 10 pulgadas de la pierna porque el daño era demasiado severo.
Pead estaba en camino a un restaurante para ver a algunos amigos con su ex compañero de la Universidad de Cincinnati, Wesley Richardson, quien no sufrió lesiones graves. Pero Pead salió disparado del auto y podría haberse desangrado si no hubiese sido por la llamada al 911 de un testigo.
Mientras los familiares esperaban nerviosos en los pasillos del hospital, Pead, con un tubo en la boca, estuvo sedado hasta que recuperó el conocimiento dos días después.
Pead admite que no estaba intoxicado la noche del accidente pero reconoce que iba encima del límite de velocidad.
Los seres queridos sabían que Pead eventualmente estaría en esta posición, compitiendo de alguna manera. A las pocas semanas de estar en el hospital, comenzó a cronometrar su caminata de la cama a la silla de ruedas.
Pead volvió a la Eastmoor Academy, donde una vez compitió por títulos estatales sin mayor esfuerzo. Pero esta vez requiere mayor mantenimiento.
Casi cada 10 minutos, Peaddebe sacar una cubierta de goma de su «nudo», que necesita lubricación constante, ya que se contrae a lo largo del día y causa que la prótesis roce su entrepierna.
Ha intentado con distintas cremas, pero las rozaduras han afectado su ruta en las últimas semanas.
Desde una alfombra azul, Pead recuerda la facilidad con la que solía eludir defensivos en el segundo nivel, listo para torturar a ese pobre apoyador que iba retrocediendo.
«Con esto, simplemente no sé qué esperar», indicó Pead, quien mantiene un torso marcado por las flexiones que realiza a diario, pareciendo aún un corredor de la NFL. «Quiero perfeccionarlo, pero no sé cuál es el promedio o lo que se siente. Si no siento que está fantástico, entonces obviamente no es fantástico.
«Quiero ser un atleta. Esto viene con mucho más de lo que estoy acostumbrado».
Pead se levanta y comienza una serie de patadas, que son aún más impresionantes por el contexto de un accidente tan perturbador que aún miembros de su familia tienen dificultad para describirlo a dos años de distancia.
Esa mañana incierta, los médicos utilizaron «material de guerra» para controlar el sangrado debido a que no podían cerrar la pierna destrozada, recuerda su madre Leshawna Pead. Los médicos eventualmente retiraron cerca de 10 pulgadas de la pierna porque el daño era demasiado severo.
Pead estaba en camino a un restaurante para ver a algunos amigos con su ex compañero de la Universidad de Cincinnati, Wesley Richardson, quien no sufrió lesiones graves. Pero Pead salió disparado del auto y podría haberse desangrado si no hubiese sido por la llamada al 911 de un testigo.
Mientras los familiares esperaban nerviosos en los pasillos del hospital, Pead, con un tubo en la boca, estuvo sedado hasta que recuperó el conocimiento dos días después.
Pead admite que no estaba intoxicado la noche del accidente pero reconoce que iba encima del límite de velocidad.
Los seres queridos sabían que Pead eventualmente estaría en esta posición, compitiendo de alguna manera. A las pocas semanas de estar en el hospital, comenzó a cronometrar su caminata de la cama a la silla de ruedas.
Tras perder su pierna, Isaiah Pead busca mantenerse unido al deporte
