Álex Vidal comenzó en el taekwondo casi por casualidad en el año 2000. Tenía entonces 18 años.
«Los médicos me diagnosticaron poliorradioculoneuritis cuando tenía nueve meses. Es un virus que ataca a los nervios cervicales y me los dejó muertos, laxos. Tengo un rango de movilidad limitado en ambos brazos, los muevo por impulsos y las manos no puedo ni abrirlas ni cerrarlas», explica. Los médicos le recomendaron apuntarse al gimnasio para mantener el movimiento y conseguir musculatura. Allí conoció al que es su entrenador de taekwondo. Le propuso probar y, a pesar de que el primer día le «metieron una tunda tremenda», el taekwondo le atrapó. «Una de las cosas que más me gustó fue que me trataron como si no tuviese discapacidad», recuerda. Y desde ese momento se convirtió en su estilo de vida. «Me la cambió, me dio amistades, unos valores, una disciplina y una forma de ser», explica.
Y empezó a entrenarse y a competir con jóvenes sin discapacidad. En 2007 ganó el Campeonato de Galicia promesas y dos años más tarde debutó en su primer Mundial de taekwondo paralímpico. La gran diferencia entre el taekwondo olímpico y el paralímpico es que en el segundo las patadas al casco no están permitidas porque los deportistas tienen discapacidad en los miembros superiores y no pueden bloquear. El número de asaltos, la duración, la puntuación y las amonestaciones son iguales.
Muy competitivoDesde 2009 ha conquistado siete medallas mundiales, la última de ellas ayer en Londres. Vidal subió a lo más alto del podio en la categoría k43, menos de 61 kilos, tras superar con solvencia al japonés Mitsuya Tanaka en cuartos, al ruso Kadibagama Omarov en semifinales y al francés Bopha Kong, líder del ranking mundial, por 16-9 en la final. Pero aunque es su cuarto oro mundial, no es como los anteriores, éste tiene doble premio. Por un lado suma la máxima puntuación de cara a Tokio 2020, donde el taekwondo se estrenará en los Juegos Paralímpicos; y por otro, recibirá por primera vez una beca del Comité Paralímpico Español que le permitirá centrarse en su preparación. «Me permite vivir un ciclo más holgado, dedicándome sólo al taekwondo y sin depender de un sueldo», dice. Hasta el año pasado trabajaba como administrativo.
«Álex es un competidor nato. Su gran virtud es que tiene un ritmo de combate muy alto y es extremadamente agresivo en competición a pesar de pesar poco. Compite en -61 Kg. pero pesa 54», explica Rafael Alcázar, el seleccionador.
Por su parte, Gabriel Amado (categoría k44, menos de 75 Kg), por su parte, comenzó con buen pie la competición al superar en su primer combate al húngaro Richard Marsicki y en octavos de final al brasileño Nathan Torquato. Sin embargo, en la ronda de cuartos se cruzó con el iraní Mahdi Pourrahnama, número uno de la clasificación mundial, que marchaba por delante en el marcador cuando Amado tuvo que retirarse por lesión.
Peor fortuna corrió el canario Aythami Santana, de 24 años y que compite en la categoría k44, menos de 61 Kg), que cayó en octavos contra el turco Ali Can Ozcan en el último segundo.
Llegó al taekwondo por accidente y es monarca mundial paralímpico
