El Boccia surgió en los años 70, en Suecia, para que las personas con parálisis cerebral pudieran tener una práctica deportiva propia. Desde entonces ha cuajado y ha terminado convirtiéndose en una prueba paralímpica reglada en la que aquellos con problemas graves de movilidad pueden competir a alto nivel desde 1984.
El origen del Boccia está situado en el Bocce, un juego italiano. Las raíces de este profundizan largamente en el tiempo, llegando hasta la antigua Roma y Egipto. Sus características recuerdan a los bolos, el curling o la petanca. La competición se da entre los equipos, azul y rojo, que deben acercar sus seis pelotas a una diana que lanza aquel que abre el lance.
El que tenga más puntería obtiene un punto por cada pelota situada entre la diana y el boliche del equipo contrario más cercano a esta. Tras los de 4 a 6 parciales de lanzamiento, el equipo que más puntos tenga gana, con ronda de desempate en caso de ser necesaria.
El Boccia se puede jugar en formato 1 vs 1, 2 vs 2 y 3 vs 3. Además, hay diversas categorías de jugadores que se segmentan por la gravedad de su parálisis. Pertenecen a las clases BC1 y BC2 deportistas con parálisis cerebral. A los primeros se les permite un auxiliar y lanzar con manos o pies, mientras que a los segundos, por tener mejores condiciones, solo lanzan con las manos y no tienen ayudante.
Existen otras dos categorías en las que los jugadores no deben sufrir de parálisis cerebral. Los participantes de la clase BC3 usan rampa para ejecutar sus lanzamientos, siendo los que mayores problemas de movilidad tienen. La BC4, por su parte es equivalente a la BC1.
El Boccia, el deporte diseñado para ser paralímpico
