Tras la amputación del brazo de su hijo recién nacido, Ben Ryan comenzó a desesperarse buscando una solución. Los médicos le habían dicho que debería esperar a que su bebé tuviera un año para que pudiera usar una prótesis de plástico de características meramente estéticas y tres para incorporar una eléctrica y sumarle movimiento.
Entonces Ben decidió dejar de esperar y resolver el asunto por sus propios medios: renunció a su trabajo, y comenzó la tarea de construcción de un brazo biónico en su propio hogar. Así, estudió conceptos básicos sobre diseño y se le ocurrió conectar el scanner de su Xbox Kinect (una consola de juegos que utiliza sensores de movimiento) a su laptop y una impresora 3D para fabricar la prótesis que cambiaría la vida de su hijo para siempre. Con un mecanismo hidráulico que usa el hueso del codo como motor, Sol puede mover el pulgar de la mano en la que culmina la prótesis y tomar objetos.
«Al motivarlo a usar los dos brazos en el período temprano de desarrollo cerebral, creemos que Sol (como se llama el niño) estará más dispuesto a recibir otras prótesis cuando crezca», dijo. Y para lograr que otros niños menores de tres años puedan acceder a este tipo de brazos, creó una página para recaudar fondos y continuar con su revolución.
En la Argentina, el caso del joven inventor Gino Tubaro y su emprendimiento AtomicLab es reconocido por crear prótesis 3D de muy bajo costo también para los más chicos.