Gustavo Fernández se adjudicó el Abierto de Australia de tenis adaptado tras dar vuelta un encuentro que comenzó complicado ante el francés Nicolás Peifer, número cinco del planeta.
Tras comenzar abajo y caer en el primer set por 6-3, el oriundo de Río Tercero, Córdoba, logró imponer su juego para dar vuelta el marcador y adjudicarse los siguientes dos mangas, y la final, por 6-2 y 6-0. De esta manera, se sacó la espina que le quedó clavada en la edición del 2014, cuando sucumbió ante el japonés Shingo Kunieda.
Fernández, la cuarta raqueta del mundo -gracias a este título se estima que escalará posiciones dentro del ranking de la ITF-, alzó el segundo Grand Slam de singles de su carrera. El año pasado había ganado Roland Garros.
Vale mencionar que el argentino estuvo a punto de tener un fin de semana de ensueño, ya que ayer perdió la final de dobles. En pareja con el inglés Alfie Hewett, cayó ante el belga Joachim Gerard y el inglés Gordon Reid por 6-3, 3-6 y 1-0.
«Estoy muy feliz por cómo se dio todo. El año pasado había estado cerca, había llegado a una final también. Esta semana sentí que se podía dar. Estoy satisfecho de haber aprovechado la oportunidad», esbozó con inmensa felicidad el tenista argentino en diálogo con C5N.
Fernández, además, aprovechó la oportunidad para recalcar la diferencia que existe a la hora de repartir los premios: «El campeón de acá es 0.03 por ciento del que gana en singles de ATP. Es mucha diferencia. Uno no pide que sea lo mismo, entiende el show, pero que no sea tan grande la brecha».