Jack acaba de estrenar extraescolares fuera de Guttmann y ha empezado teatro y baloncesto en silla de ruedas.
Desde hace 8 años –tuvo un ictus a los 5 años y ahora tiene 13– ha pasado las tardes de 3 a 7 en las instalaciones de Guttmann en Badalona: trabajo con el fisio, terapia ocupacional para lo brazos, logopeda los primeros años y neuropsicóloga para la memoria y demás secuelas cognitivas.
“Salía del cole y a las 2 venía la ambulancia”, recuerda su madre, Sonia Vilarrubí. Ahora va en silla de ruedas a ratos, porque su rápido crecimiento le está complicando la marcha que había conseguido mejorar mucho con una intervención quirúrgica multinivel –nueve intervenciones en una–.
Ahora esperarán a que pare de crecer. Cuatro aneurismas le dejaron inconsciente a los 5 años en la piscina de los abuelos y después de operarle, colocarle drenajes, mantenerle en coma inducido y prepararse para lo peor, Jack, mes y medio después, hablaba, comía, masticaba sin problemas, reconocía a los suyos.
Así que dejó Sant Pau y se trasladó a Guttmann a empezar su rehabilitación. “Tiene problemas de atención y memoria inmediata, aunque es capaz de recordar perfectamente la letra de una canción; todo lo abstracto le cuesta, pero tira de calculadora; lee bien, pero tiene mala comprensión lectora, necesita que le pongas en contexto; le cuesta tomar la iniciativa, no sabe jugar solo y ha mejorado mucho”, resume su madre.
Para Jack, en cambio, todo se reduce a “tengo un problema en las piernas, pero estoy haciendo ejercicios para estar mejor, trabajo mucho para andar mejor”. Detrás, 8 años de intenso trabajo multidisciplinar y la actuación experta de varios hospitales en los primeros momentos.
“Viajamos todo lo que podemos, le encanta, pero no le veo cogiendo solo el autobús. De momento”, dice su madre.