RÍO DE JANEIRO. Luego de tropezar y caer sobre la pista en el segundo heat de los 5 mil metros femenil, Nikki Hamblin, de Nueva Zelanda, quedó tendida preguntándose, «¿qué sucede? ¿Por qué estoy en el piso?».
De repente, sintió una mano en su hombro. Era la de la competidora Abbey D’Agostino, de Estados Unidos, quien tropezó y cayó sobre Hamblin. No se conocían, pero D’Agostino no iba a dejar que Hamblin se quedara tumbada en el piso.
«¡Levántate, levántate! Tenemos que terminar», le dijo D’Agostino a Hamblin. «¡Son los Juegos Olímpicos! Tenemos que terminar esto».
D’Agostino ayudó a Hamblin a levantarse. La neozelandesa ayudó a la estadounidense, también y ambas continuaron con la carrera, aunque D’Agostino batalló tras lesionarse severamente la rodilla tras la caída.
Mientras corría, Hamlin volteó a ver cómo estaba D’Agostino, pero la estadounidense le dijo con la mano que continuara, que siguiera corriendo.
Hamblin terminó penúltima en su eliminatoria con tiempo de 16 minutos, y 43.61 segundos, más de un minuto detrás del registro ganador. D’Agostino fue última con 17:10.02. Luego de que D’Agostino cruzó la meta, se fundió en un largo y emotivo abrazo con Hamblin y ambas lloraron.
Tras ser cuestionada sobre lo que le dijo a D’Agostino al final de la carrera, Hamblin respondió: «¿qué podía decirle? Me ayudó a levantarme y a terminar la carrera. No tenía palabras para decirle lo increíble que es».
Pese a sus tiempos finales, ambas avanzarán a la Final de la prueba, porque fueron tropezadas y, más importante, D’Agostino ejemplificó completamente de qué deben tratarse los Juegos Olímpicos.
Sí, competir y ganar el oro, plata o bronce es importante, pero también competir junto a los demás.
Los Juegos Olímpicos no se tratan sólo de los medallistas individuales sino también de reunir a la gente de todo el mundo en un espíritu de hermandad.
«Estoy muy agradecida con Abbey por ayudarme. Esa chica personificó al espíritu olímpico en ese momento. Estoy impresionada e inspirada por ella», afirmó Hamblin.
D’Agostino no habló con la prensa porque necesitaba ser atneida por la lesión, pero su amigo y compañero en Dartmouth, Alexi Pappas, dijo que la vio luego de la carrera y cree que estará bien para correr la Final. Pero, sin importar si lo hace o no, lo que hizo el martes merece una medalla de oro.
«(Abbey) no es una persona egoísta y hoy, personificó al espíritu Olímpico. Camaradería, gratitud, perseverancia. No paró. Corrió con alegría, tan alegre como ella es», dijo Pappas.
El momento entre D’Agostino y Hamblin hizo recordar al que sucedió en los 400 metros varonil de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cuando el británico Derek Redmond sufrió un desgarre en el muslo durante la carrera y su padre saltó de las gradas para ayudarlo a terminar.
«Que un corredor ayude a otro así, es hermoso y espero que todos podamos apreciar el espíritu del trabajo en equipo y el espíritu olímpico», dijo la australiana Genevieve Lacaze. «Se supone que estar aquí es divertido. Cuando la gente ve algo como lo que pasó con Abbey y Nikki, es fabuloso. No hay palabras para expresar lo que esto significa y seguro lo recordarán por siempre».
Todos debemos recordarlo, así como recordamos lo que Usain Bolt hace en sus carreras. El lema olímpico es «Más rápido. Más veloz. Más fuerte». Pero D’Agostino y Haamblin fueron ejemplo de palabras más importantes. Junto con la descripción de Pappas de camaradería y perseverancia, agreguen al lema: Cariño. Apoyo. Humano».
«Uno viene a los Juegos Olímpicos para ganar y, aunque fue una experiencia desafortunada, hay cosas que importan mucho más que ganar o una medalla», aseguró Hamblin.