Estar sumergido en agua le producía miedo. Pero se fue acostumbrando poco a poco a ese miedo, tanto que aprendió a convivir con ese vacío estomacal. Claro que el gusto por la natación llegó tarde. Su historia no es la del común denominador de los nadadores profesionales que prácticamente desde bebes se sentían como peces en el agua. En este caso, aunque desde muy pequeño se sumergía en los ríos de Valledupar —ciudad en la que nació su padre— no le encontraba el gusto al contacto con el agua. Tal vez porque su cuerpo, diagnosticado con acondroplasia (trastorno que ocasiona el tipo más común de enanismo) lo hacía dudar de sí mismo y de las posibilidades de defenderse de las corrientes. Pero esa misma berraquera, típica del santandereano, le sirvió para arriesgarse a enfrentar sus miedos y las corrientes fuertes, a las que vencía con la potencia de su brazadas y sus pataleos.
Aunque no había recursos suficientes en su hogar, su papá le regaló 15 clases de natación en Bucaramanga. Pasaron 14 sesiones para que justo una tarde Luis Carlos Calderón, un entrenador, lo viera haciendo unos ejercicios de saltos. Con su ojo fino y atinado, lo invitó a tomar otras sesiones con él, sin pagar un solo peso. Le reveló que por su contextura física y potencia tenía todas las condiciones para participar en competencias de alto nivel. “Si te esfuerzas y sigues mis indicaciones, podrás llegar a la cumbre del paralimpismo”, recuerda que le decía Luis Carlos.
Y como si esa fuera una premonición, los resultados comenzaron a llegar rápidamente. En abril de 2013 ya tenía la medalla de plata en un interclubes. A los meses, en los Juegos Parapanamericanos Juveniles de Buenos Aires, se llevó cuatro oros en las cuatro pruebas en las que participó. Luego, en otras competencias nacionales, sus registros empezaron a entrar en el top cinco de los más rápidos. En 2015 marcó récord en el Mundial de Natación en Glasgow, y en agosto, en los Juegos Parapanamericanos de Toronto (Canadá), se hizo con cinco oros y una plata. Los 100 metros pecho S7 (la categoría en la que entran quienes tienen entre 1,37 y 1,48 metros) fue su especialidad, y hasta el día de hoy su mejor marca es de un minuto, 15 segundos y 72 centésimas.
Pero en estos días recibió un reconocimiento que podría llegar a ser más valioso que cualquiera de las muchas preseas que le han colgado en su cuello. El Comité Paralímpico Internacional lo reconoció como el mejor deportista paralímpico del mundo, en el mes de abril. “Es un orgullo y una felicidad enorme. Le doy gracias a Dios por este reconocimiento que, la verdad, no me lo esperaba tan rápido”, le dijo con voz tímida a El Espectador. Tan solo por haber sido elegido entre los cinco candidatos como el mejor deportista de abril ya se sentía un ganador total. Pero poco a poco sus familiares y amigos hicieron campaña para que votaran por él en internet y la semana pasada fue notificado cuando en la web del Comité Paralímpico anunciaron el reconocimiento.
Con 18 años, 1,45 metros de estatura y un corazón más grande que él, no se come el cuento de la fama y asegura que estos reconocimientos solo son un motivo más para seguir entrenando en la exigente manera que lo ha hecho en los últimos cuatro años. Las pálidas y vomitadas debajo del agua son tan solo testimonio de su esfuerzo. “De lunes a viernes entreno cinco horas; los sábados, tres, y los domingos descanso”, hace una pausa y continúa: “A mí no me da duro manejar la presión de estos reconocimientos, porque yo no pienso en lo que dicen los demás sino en mis objetivos. Estoy trabajando por el oro en Río. Vamos por él y no nos preocupamos por lo que digan. No voy a dejar de entrenar de la noche a la mañana por eso”.
Para él lo imprescindible es lo que viene ahora. Quiere romper las marcas en los Paralímpicos de Río de Janeiro, que empiezan el 7 de septiembre. Para eso, en lo que resta de su preparación tendrá competencias en Bogotá, en un evento organizado por el Comité Paralímpico Colombiano, además de un viaje a Alemania, que le pagará uno de sus patrocinadores. “Ese será un buen termómetro. Espero meterme en las primeras posiciones y así llegar con confianza a Río”.
Pero mientras llegan esas pruebas, aprovecha el descanso en su casa para jugar Fifa 16 en Xbox, con sus amigos, una de las cosas que lo ayudan a no pensar todo el tiempo en lo que para él es un trabajo: nadar.
Carlos Daniel Serrano, el mejor deportista paralímpico del mundo
