Caguas. Ni las torrenciales lluvias que azotaron el centro de la Isla pudieron detener el Abierto Puertorriqueño de Tenis en Silla de Ruedas, que culmina el domingo en las canchas del complejo deportivo Ángel O. Berríos de este municipio.
Una docena de guerrilleros de raqueta compitieron y disfrutaron durante el torneo que reparte $2,500 en premios.
Pero, más que por el dinero o los trofeos, la camaradería pareció ser el atractivo principal para los participantes.
“El tenis uno lo disfruta. Te ayuda como ser humano. A mí en lo personal me ha salvado de mil maneras. Me encanta y me mantiene activo”, dijo Oscar Marrero, uno de los participantes en la competencia y tenista desde 1995. “Aquí he hecho muchas amistades. Hemos hecho como un núcleo de amigos y eso ayuda mucho a uno”.
Ese núcleo de amistades del tenis en silla de ruedas se expande fuera de las costas borinqueñas.
“Para mí lo mejor del tenis es viajar y conocer distintos lugares que sin el tenis nunca hubiera podido visitar”, dijo Christopher Herman, de 18 años, natural de Florida y quien participaba por primera vez en el torneo local. “Gracias al tenis he viajado a lugares como Japón, Corea del Sur y Holanda. Y ahora, Puerto Rico”.
A Herman, quien quedó subcampeón en sencillos tras caer en la final ante el canadiense Phillipe Bedard, el tenis también lo ayuda a mantenerse en forma.
“Comencé a los 12 años, hace seis años. Cuatro años después del accidente de tránsito. Nos impactó otro carro y yo quedé inconsciente. Cuando me levanté, estaba en el hospital y paralizado de la cintura para abajo”, contó el joven. “Después del accidente dejé los deportes y engordé. Pero el tenis me regresó a una buena condición física”.
“Escogí el tenis porque algunos de los entrenadores y la gente que conocí jugando tuvieron un impacto positivo en mí y me enseñaron muy bien a jugar”, continuó diciendo Herman. “Lo más difícil fue aprender a empujarme a mí mismo siempre, sin parar. Moverme hacia adelante en todo momento, nunca parar. Eso fue lo más difícil para mí”.
Según explicó Héctor Figueroa, supervisor de la Federación Internacional de Tenis y referí de la Puerto Rico Tennis Association (PRTA), la única diferencia entre el tenis regular y la modalidad en silla de ruedas es que en la segunda se permite pegarle a la pelota incluso luego de que esta pique dos veces en cancha, en vez de una. Por lo demás, son prácticamente idénticos.
Y Oscar explica con orgullo que su movilidad en la silla le permite pelotear de tú a tú con jugadores de pie.
“Yo practico en (el club de tenis de) Torrimar y boleo con gente de (clasificación) 4.5 y 5 puntos y, si la bola está como a ocho pies de mí, yo boleo increíble con ellos. Hago rallies de 20 tiros o más. Me encanta el tenis”, dijo Oscar.
“Es admirable el tipo de juego de estas personas en cancha”, sostuvo Figueroa. “En fogosidad y deseo de ganar no hay diferencia entre un jugador en silla de ruedas y uno de pie”.
El tenis en sillas de ruedas, más que un deporte en Puerto Rico
