El rostro de los Juegos Paralímpicos de Río podría ser un poodle.
Journey, de 5 años de edad, es un perro guía inusual, pero por otro lado, Sydney Collier es una propietaria inusual.
Collier, de 17 años, acaba de ser coronada como la joven jinete líder de la doma paraecuestre en Estados Unidos… a pesar de su ceguera y parálisis parciales y una serie de cirugías cerebrales.
El año pasado, Collier fue la jinete más joven en alcanzar los prestigiosos Juegos Ecuestres Mundiales, aunque fue su poodle estándar el que se robó el espectáculo.
«Cuando supe que iba a tener un perro guía, mi papá y yo dijimos en broma: ‘mientras que no sea un poodle estándar'», recuerda Collier.
«Pero Journey es asombroso. La lista de cosas que puede hacer probablemente es más larga que la lista de las que yo puedo hacer».
Kai Handt, el hombre a cargo del equipo de doma paraecuestre de Estados Unidos, le dijo a CNN que el perro fue «más famoso que la jinete» en los Juegos Ecuestres Mundiales pese a la destreza de su joven dueña.
«Incluso le dieron al perro credenciales oficiales. Él obtuvo toda la atención de la prensa», recuerda Handt.
«Fue diferente… pero consiguió que la gente leyera sobre él y soltara una carcajada. No tiene que ser todo tan serio cuando tienes a una jinete adolescente ahí fuera en una competencia, puedes divertirte un poco».
‘Llévala a casa y ora’
No es que Collier esté tomando las cosas a la ligera. Ella terminó como novena entre 25 jinetes en los Juegos Ecuestres Mundiales y se inclina a ser la estrella de Estados Unidos en los Juegos Paralímpicos de Río 2016.
Para alcanzar un nivel internacional, ella ha superado el síndrome de Wyburn-Mason… una condición poco común también conocida como el síndrome de Bonnet-Dechaume-Blanc.
«Menos de 100 personas en la Tierra padecen esto», dice Collier. «Es un defecto de nacimiento en el que las venas y las arterias en el fondo de mi cerebro no se separan con vasos capilares. Esto conduce a esta área parecida a un tumor en el fondo de mi cerebro, el cual presenta un gran riesgo de sangrado».
«También tengo un tumor detrás de mi ojo derecho. Eso causó que quedara completamente ciega de mi ojo derecho y parcialmente ciega de mi ojo izquierdo.
«En su mayoría, es diagnosticado después de que las personas mueren luego de una hemorragia masiva. Fuimos realmente afortunados al saberlo».
La madre de Sydney, Anna Collier, recuerda el día del diagnóstico. Su hija, quien entonces tenía siete años, fue para un examen de la vista. A Anna le dijeron que Sydney necesitaba anteojos.
«Por alguna razón –sea cual sea el camino que recorres– terminé llevándola no solamente a una óptica sino con una oftalmóloga. Eso prácticamente cambió nuestra vida», recuerda Anna.
«La oftalmóloga examinó su ojo, soltó sus cosas, me miró como si a Sydney le hubieran crecido dos cabezas y se marchó».
«Regresó como a los 20 minutos, me miró y me dijo: ‘No sé si debería llamar a una ambulancia pero hay algo muy malo detrás de su ojo'».
Anna recuerda los días de atención médica urgente que siguieron, los cuales culminaron cuando los médicos le dijeron: «llévate a Sydney a casa y ora». En lugar de eso, ella registró el mundo en busca de alguien dispuesto a ayudar… y encontró un médico en California que le ofrecía un tratamiento experimental.
«Eso definió nuestra vida desde entonces, y viajamos sin cesar a California», dice Anna. Ella y Sydney viven en el estado de Nueva York, a 10 horas en auto del resto de la familia (el padre de Sydney y sus dos hermanos menores), a fin de estar cerca del entrenador Wes Dunham.
La pequeña Sydney persistió en continuar con la equitación a pesar de su recién descubierta condición. En 2009 sufrió un derrame cerebral que le dejó paralizado su lado izquierdo, pero un año después, viajó a Kentucky para ver a Estados Unidos como la sede de los Juegos Ecuestres Mundiales.
El poodle que ayudó a su dueña con parálisis a ganar los juegos paralímpicos
