SANTO DOMINGO. “Soy economista, investigadora (…), y además soy una mujer con discapacidad”, dijo ayer Pamela Suero cuando comenzó a presentar los resultados de un estudio que encabezó, con el que se encontró que están fuera del mercado laboral más de 8 de cada 10 personas con discapacidad de 18 años o más, identificadas en una base de datos gubernamental de personas en pobreza.
La cifra contrasta con el resto de la población, donde esa proporción corresponde a solo 3 de cada 10 personas.
“A pesar de que enfrento distintas barreras en la vida cotidiana, pude ir a la universidad, tengo un buen trabajo (…), pero la mayoría de las personas con discapacidad no son como yo”, se lamentó Suero.
Con el “Estudio sobre la situación de las personas con discapacidad en base a los datos del Siuben (Sistema Único de Beneficiarios) 2018”, la investigadora corroboró que la mayoría de las personas con discapacidad tienen dificultades significativas para vivir cotidianamente.
En la base de datos analizada, se identificaron 128,093 hogares en el territorio nacional con al menos una persona con discapacidad. En cuanto al total de personas que reportan alguna discapacidad en el Siuben, se encontraron 140,908 o el 2.3% del total.
Los datos arrojaron que cerca de 6 de cada 10 personas con discapacidad reportaron que enfrentaban mucha dificultad para trabajar y generar ingresos o que no podían hacerlo.
Del limitado grupo que labora, la mayoría no tiene un trabajo fijo, sino que lo hace de manera ocasional (37.7 %) o temporal (12.7 %), mientras que para el 48.4 % se reportó que tenía trabajo permanente. “Aquí también se percibe una desventaja con respecto a las personas sin discapacidad”, dice el resumen ejecutivo del estudio.
En grupos focales realizados para el estudio -que contó con apoyo de las Naciones Unidas- se reflexionó en que, si bien se ha avanzado con respecto a la situación de acceso al trabajo de la población con discapacidad en décadas pasadas, “todavía se ha logrado muy poco”.
Las razones discutidas son que “hay escasas oportunidades de inserción, los empleos son de poca calidad y baja remuneración, así como también persisten manifestaciones diversas de estigma, incluyendo la percepción del empleo de esta población como asistencia social y no como un derecho”. “La sociedad tiene que desconstruir, desmontar estas ideas erróneas de que las personas con discapacidad no tienen los mismos derechos que las demás”, observó Suero. Tomado de Diario Libre.