Durante medio siglo, estuvo atormentado por aquel KO del que su rival nunca se levantó. Buscando un perdón imposible. En Nueva York en 1962, la vida del boxeador afroamericano Emile Griffith basculó.
La historia, célebre en el mundo del boxeo, la cuenta ahora un cómic que se publica este mes: ‘Knock Out!’. Su autor, el alemán Reinhard Kleist, se dio a conocer por su biografía ilustrada del cantante estadounidense Johnny Cash en 2006.
El 24 de marzo de 1962, en el Madison Square Garden de Nueva York, Emile Griffith, nacido 24 años antes en las Islas Vírgenes, se enfrentaba por tercera vez a Benny Paret con el título de campeón del mundo del peso welter en juego, que había conquistado una primera vez antes de volver a perderlo ante el mismo púgil cubano.
Y ante 14 millones de telespectadores, los dos boxeadores disputan uno de los combates más brutales de la historia de este deporte.
Encadenando directos y ganchos en la cara del cubano, Griffith parece sobrexcitado. Paret acaba derrumbándose sobre la lona, inconsciente, en el 12º asalto. En coma, acabaría falleciendo dos semanas más tarde, el 3 de abril, a los 25 años.
Fiel a la historia, el cómic de Kleist explica que antes de la pelea, en la ceremonia de peso ante la prensa, Paret provocó a Griffith lanzándole insultos homófobos, tocando un punto sensible, porque el estadounidense quería mantener en secreto su vida privada, temiendo que eso pusiera en peligro su carrera.
«Nunca durante su carrera profesional (1958-77) quiso hablar de su orientación sexual, consideraba que podía vivir su vida sin hablar de ello», explica Reinhard Kleist, contactado por la AFP en Berlín.
«Lo que me ha gustado de esta historia es que revela muchos estereotipos del boxeo», añade el autor.
A Griffith le gustaba la fama que estaba asociada a sus éxitos, pero como se relata en ‘Knock Out!’, se hizo boxeador casi contra su voluntad a mediados de los años 1950, cuando disfrutaba con un trabajo al servicio de un diseñador de sombreros para mujeres de Manhattan.
Impresionado por su físico, su patrón, al que consideraba como un segundo padre, le convenció para ir a ver a un entrenador de boxeo. Aunque el estadounidense no estaba muy seguro de querer ser un púgil: «Me gustaría practicar béisbol o ping pong, ¿también entrena para ello?», le pidió Griffith.
El preparador, Gil Clancy, será finalmente el que le acompañe a la cima. Griffith será campeón del mundo en tres categorías (peso welter, supermediano y mediano).
Tras el dramático combate de 1962, el mundo del boxeo se enfrentó a muchas cuestiones: ¿Qué nivel de violencia aceptar? ¿Cuándo debe el árbitro detener una pelea? Y en el ring, Griffith escucha a veces a algunos espectadores que le gritan «¡Asesino!».
Para explicar su historia, Reinhard Kleist ha imaginado un diálogo entre Griffith y el fantasma de Paret, durante un viaje en taxi hacia el hospital. El primero debe recibir cuidados tras ser víctima de una violenta agresión homófoba (que no es imaginaria y ocurrió, según el autor, en los años 1990).
De esta manera, explica Kleist, «quería mostrar que el recuerdo del boxeador muerto no dejó de perseguir a Griffith toda su vida».
«En entrevistas explicó que Benny Paret se le había aparecido en varias ocasiones, como un fantasma, que veía en el espejo o furtivamente en la calle, como si le tuviese embrujado».
Víctima de demencia al final de su vida, Emile Griffith falleció en 2013, a los 75 años, cinco después de haber hecho su ‘coming out’ con motivo de un encuentro en Christopher Street, calle neoyorquina que fue el epicentro de la lucha por los derechos de los gays y lesbianas a finales de los años 1960. Tomado del Listín Diario.