GORKA ZUBELDIA, UN ATLETA AMPUTADO QUE COMPLETÓ 171 KILÓMETROS DE MONTAÑA CON UNA PIERNA ORTOPÉDICA

El Ultra Trail del Montblanc, una carrera de montaña ya mítica, que se disputa en un extraordinario escenario natural, da cada año para historias épicas. Una de ellas la protagonizó, hace un par de semanas, el atleta guipuzcoano Gorka Zubeldia, que fue capaz de completar los 100 kilómetros de la CCC -versión corta de la ultra, que tiene 171 kilómetros- con una pierna ortopédica, algo inédito en la prueba alpina y muy poco común en cualquier carrera de montaña, y menos en las de larga distancia. Su entrada a meta, con el speaker narrando su historia y todos los aficionados aplaudiéndole, fue “muy emocionante, espectacular”, relata el propio Zubeldia, nacido en Alegia pero residente desde hace dos meses en Legazpi, donde charla con este periódico sobre su gesta en el Montblanc, a la que él le da la importancia justa. “Para los demás no sé, pero para mí es normal correr en el monte con una prótesis. Me gustan más las carreras pequeñas por aquí cerca, donde me conocen. Cuando iba por la recta de meta en Chamonix pensaba: Tierra, trágame”.

Gorka Zubeldia sufrió en 2003 un accidente laboral del que no le gusta dar detalles y tuvieron que amputarle la pierna derecha por debajo de la rodilla. Pese a que el monte siempre le ha gustado -“solía ir desde pequeño con mi abuelo”, cuenta- tardó un tiempo en retomar su pasión. “La primera prótesis era rígida, como un palo de escoba, no tenía nada de movilidad en la pierna”. Poco a poco comenzó a andar en llano “con la ayuda de bastones” y, cuando se vio con fuerzas, volvió al monte. “Tenía amigos que hacían marchas reguladas. Yo subía por mi lado, me tomaba una cerveza con ellos en algún sitio en el que habíamos quedado, ellos seguían y yo me volvía a casa”. En 2012 completó los 70 kilómetros de las XIV horas de Tolosa “aún con la pierna rígida”, lo que le animó a “cambiar de prótesis”.

“La segunda que tuve ya tenía amortiguación y me permitía hacer un juego en la pierna y correr. La tercera prótesis que tuve era igual, pero con un encaje distinto y tenía más sensibilidad. La destrocé y tuve que cambiarla”, explica: “La dificultad es sobre todo los desplazamientos laterales. No puedo hacer cambios de dirección o rectificar, así que tengo que ir con mucho cuidado en las bajadas. Lo que más me costaba en Montblanc eran las bajadas de noche, porque tenía que fijarme bien dónde poner el pie para no tropezarme. Hay prótesis mejores para el monte, pero igual valen 20.000 o 25.000 euros y esas cantidades no puedo permitírmelas”.

En 2017, el atleta de Alegia hizo casi todo el calendario del Zirkuitua (Circuito de Marchas de largo recorrido de Euskal Herria), lo que le hizo valedor del galardón Sheve Peña, además de disputar la Goierriko Bi Handiak, prueba de 88 kilómetros de distancia y 6.000 metros de desnivel. Aquello le hizo proponerse otros retos y pensó en el Montblanc. Al no saber si le iba a tocar un dorsal en el sorteo, también se apuntó a la Tenerife Bluetrail -102 kilómetros incluyendo la subida al Teide-, que disputó a principios de junio. A mitad de carrera, llegó con retraso a un punto de control y no le permitieron continuar pese a competir con una pierna ortopédica. “Me dijeron que no podían hacer excepciones. Tampoco tenía fuerzas ni ganas para ponerme a discutir con nadie. Eran las siete de la mañana o así y a las once ya estaba en la playa con mi novia. Me quedé dormido hasta el mediodía”, se ríe.

“SIGUE, SIGUE”Zubeldia pudo quitarse la espina, y de qué manera, en la carrera ultra por excelencia, el Montblanc. Tuvo suerte con el sorteo y él puso el resto. Se preparó a conciencia, sabiendo que no sería fácil cumplir los tiempos de paso. “El tiempo límite para la CCC es de 26 horas y media. Hacia el kilómetro 54 (en Champex-Lac) había un punto de control y pasé con siete minutos de retraso aunque había ido como un loco en la bajada para llegar. Tenía gente por detrás. Paré, me vieron y me dijeron Sigue, sigue. Y ahí fui. Sabía que no iba a llegar a tiempo y a siete kilómetros del final iba con siete minutos de retraso”. Ahí se paró y preguntó si tenía que retirarse. El comisario se fijó en su pierna ortopédica, cogió la radio y habló con el director de carrera. Zubeldia, mientras tanto, esperaba. “Al rato me dijo: ¿Quieres seguir? ¿Te ves con fuerzas? Y yo: Claro, estoy muy bien. Pues venga, como y bebe algo tranquilamente y sigues. Me dice el director que vayas tranquilo, que quiere que llegues a meta”.

El guipuzcoano aprovechó para descansar “unos 20 minutos” y se preparó para afrontar los últimos siete kilómetros. “Empecé a bajar y al rato tenía detrás a tres chavales que eran los cierres de carrera. El comisario les había dicho que yo era el último y que detrás de mí no podía haber nadie. Uno de ellos hablaba un poco castellano, me felicitó y me dijo que fuéramos tranquilos, que no hacía falta correr”. 28 horas y cinco minutos después de tomar la salida, a las 13.30 del pasado 31 de agosto, Zubeldia enfiló la recta de llegada a Chamonix. Una meta mítica para cualquier atleta de distancias largas. “Fue emocionante”, rememora. “Estaban avisando por megafonía que llegaba yo con una prótesis, y la gente, que estaba esperando la llegada de la carrera larga, se puso a animar y aplaudir. Fue algo espectacular, no me esperaba para nada algo así, estuve aplaudiendo a la gente para dar las gracias”.

Tras cruzar la línea de meta, Gorka Zubeldia se sentó, se quitó la pierna ortopédica y la elevó con su brazo derecho, una imagen que ese mismo día comenzó a hacerse muy popular en redes sociales. “Tenía claro que quería hacer eso, aunque me di la vuelta para que los fotógrafos no me sacaran de frente. El motivo viene de lejos. Antes tenía una disputa con la Federación Española de Monte, que no me permitía federarme por la amputación, supongo que por el tema del seguro y asumir gastos por posibles accidentes o golpes. Era una manera de decir: Mira, pues soy capaz de hacer una carrera así pese a la pierna ortopédica”.

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