Feliz y optimista son dos de los adjetivos que mejor definen a José Luis García Serrano (Club Ecosport de Alcobendas) -‘Jota’ para casi todo el mundo que lo conoce-, natural de Buitrago de Lozoya, un municipio madrileño que además de verlo crecer también tuvo un gran impacto en lo que a su elección por el triatlón se refiere.
“Mis problemas empezaron en 2011 y se acababa de hacer un triatlón en mi pueblo. Me quedé alucinado”, cuenta el paratriatleta español, que está inmerso en plena carrera por Tokio 2020, una cita especial, única y a la que va con la ambición de “lograr una medalla”.
“A mí la gente me ve con una medalla, y esa es una presión con la que tengo que saber lidiar”
“Este es un año muy especial porque los Juegos están ahí, a tiro de piedra ya. Es una temporada muy esperada y ya se va notando la presión porque el entorno más cercano del deporte ya nos preguntamos continuamente sobre cómo van las cosas. A mí la gente me ve con una medalla y esa es una presión con la que hay que saber lidiar”, explica a Yo Soy Noticia el protagonista de esta historia, cuyo ejemplo de superación es único.
A los 7 años tuvo que enfrentarse a una enfermedad ocular conocida como Uveítis, causante de varios casos de ceguera, algo que le ocurrió a él muchos años después, justo tras cumplir los 29 años.
Y es que las expectativas con Jota García están altas, pero él se siente “tranquilo” porque está “seguro de lo que hace. Estamos disfrutando del camino, pasándolo bien y esto creo que es clave. Yo todo esto lo veo como un regalo que tengo que aprovechar”, describe al tiempo que recuerda que bajo ningún concepto empezó en el triatlón pensando en estar en unos Juegos. o pensando en subirse a un podio olímpico.
A por la medalla olímpica
Pero parte de esa presión que va aprendiendo a gestionar con el paso de los días y las semanas, se la marca él mismo. “Mira, yo entreno muy duro para eso, para pelear por una medalla, para hacerlo lo mejor posible, pero la carrera de Tokio será muy dura, un 29 de agosto, con mucho calor y con mucha humedad. Será una hora donde se partirá el bacalao entre todos. Mis rivales y yo buscamos lo mismo y será clave el que mejor esté, o el que tenga un mejor día».
Jota García sabe que llegará a esa cita “lo mejor preparado posible”, pero sabe que “a una carrera puede pasar cualquier cosa”. Sin embargo, se siente preparado y reconoce que ahora mismo se ve “haciéndolo muy bien allí. Ha sido una carrera de fondo de siete u ocho años en los que siempre hemos tenido las cosas claras, hemos hecho un gran esfuerzo pero también puedo decir que he disfrutado de todo este proceso y del camino que nos ha traído hasta aquí”.
El largo camino hasta Tokio 2020
Y ese trayecto arranca precisamente a los 29 años, cuando se queda ciego completamente y su vida da un giro de 180 grados. “Lo primero que siento es un shock muy grande. Y lo primero que te dice tu cerebro es que no vas a poder hacer nada sin ver. Cualquier cosa que se me pasa por la cabeza siento que no la voy a poder hacer sin ver, porque me he pasado 29 años viendo. Y ese es el primer mensaje que recibo».
El triatlón, amor a primera vista
Y es que del triatlón se enamoró a la primera de cambio. “Esto es como todo. Un día fui a la ópera y no me gustó, pues con el triatlón me pasó lo mismo pero al revés. Me encantó desde el primer momento, pero yo solamente quería disfrutar de eso, de lo que estaba haciendo sin ninguna otra idea en mi cabeza».
«Pero mira, fui dando pequeños pasos y de repente me planto en finales del 17 y principios del 18 tomando la decisión de intentar clasificarme para unos Juegos. Y hasta hoy que me veo peleando por una medalla en Tokio 2020”, añade Jota.
El camino, aunque provechoso, no ha sido fácil ni sencillo. “Lo más complicado es tener la posibilidad de entrenar con gente. Cuando empiezas es más sencillo porque hay más gente que sale a correr, pero llega un momento en el que necesitas a alguien que dedique a entrenar el mismo tiempo que tú. En ese momento, yo empecé a darme cuenta de que no podía volcar todo mi entrenamiento en una misma persona y, así, he ido aprendiendo a gestionar un pequeño equipo».
«Eso es lo más complicado, lograr ese entorno de gente, compatibilizar horarios y demás. No es lo mismo que ponerte en una cinta de correr y ese es el principal hándicap. Por suerte, hoy en día tengo un gran grupo de amigos que están volcados en mi entrenamiento, y por eso puedo entrenar y disfrutar como nunca”, explica feliz y satisfecho de todo esto.
Paciencia y relativizar las cosas
Aunque no se considera ejemplo de nada, sí tiene algunos buenos consejos que dar a todas esas personas que pueden estar atrapadas ahora en ese momento del ‘shock’. “Yo no sé si puedo ayudar a alguien, pero si es que sí, solamente les diría que tengan paciencia y que relativicen las cosas. Es algo que me digo a mí mismo constantemente, pero no por el hecho de ser ciego, sino para mi día a día».
Hay veces en la vida que todo es maravilloso, pero hay días donde las cosas no cuadran, donde todo se ve más complicado, un mal entrenamiento, malas sensaciones… Hay que relativizarlo, la vida es una carrera de fondo y no tenemos que ser tan cortoplacistas”, va mencionando Jota García.
“Cualquier persona que tenga un problema -sigue- yo solamente le puedo decir que tenga paciencia, que al final siempre se encuentra el camino. Y para esos que están en ese proceso de que su vida ha cambiado de la noche a la mañana, que prueben cosas, no a todo el mundo le gusta correr o el deporte, ahora hay mucho ‘boom’ con eso, pero es que a lo mejor a uno le gusta leer, la automoción, o la pintura y el arte».