La parálisis cerebral es la principal causa de discapacidad motora en la infancia, registrándose 1500 casos nuevos por año en Argentina.
Este trastorno puede producirse por una gran variedad de causas (congénitas o prenatales, perinatales, neonatales y postnatales) o una combinación de múltiples eventos que comienzan en la gestación y continúan durante y después de parto.
Uno de los principales motivos es la prematuridad y el bajo peso al nacer, pero también puede deberse a hipertiroidismo materno, intoxicación por drogas o alcohol, polihidramnios (exceso de líquido amniótico), asfixia fetal intraparto, gestación múltiple, etc.
Eugenia Santamaría Segovia, de la Facultad de Ciencias de la Nutrición, desarrolló un trabajo acerca del tratamiento nutricional que necesita llevarse a cabo en los pacientes pediátricos que la padecen. La investigadora detalló las principales complicaciones que pueden ocurrir si no reciben la atención adecuada:
· Desnutrición y bajo peso
· Retraso en el crecimiento
· Broncoaspiraciones frecuentes con riesgo de neumonías a repetición, hospitalizaciones y riesgo de muerte
· Disminución en la cicatrización de heridas
· Osteopenia
· Déficit de micronutrientes como calcio, hierro, zinc, vitaminas A y C, riboflavina y tiamina
· Constipación crónica
El objetivo de su trabajo fue establecer las diferentes características que debe tener la alimentación en niños con parálisis cerebral (PC). En el estudio se trabajó con tres niños de 5 a 12 años de edad que asisten al Jardín Terapéutico de la Asociación Mendocina de Actividades para discapacitados (A.M.A.D).
Existe una amplia variedad de casos y tipos de PC que no permite establecer un tratamiento eficaz único. A pesar de ello, la profesional destacó la importancia de establecer algunos criterios generales que contemplen los diversos factores involucrados. Para ello propuso algunos tratamientos generales, basándose en la consistencia y viscosidad de los alimentos y la vía de ingreso al organismo.
En el primer caso, un niño de nueve años con parálisis cerebral moderada y normopeso, tuvo una dieta de tipo basal, con texturas mixtas y líquidos sin modificación de la viscosidad y con el con adecuado aporte de calorías y proteínas para favorecer el crecimiento.
El segundo caso fue de un niño de seis años con parálisis cerebral grave, sialorrea leve, disfagia y pérdida de reflejos. La dieta sugerida fue de consistencia semisólida, líquidos sin modificación de la viscosidad y con estímulos intestinales.
El último se trató de un niño de siete años con parálisis cerebral y trastorno generalizado del desarrollo. El infante no comía nada por boca debido a una gastrostomía por desnutrición crónica. Además, entre otras complicaciones, presentaba intolerancia a la lactosa
Al realizar la valoración nutricional su diagnóstico resultó riesgo de bajo peso, por lo que la dieta propuesta fue de consistencia licuada por gastrostomía con estímulos intestinales.
En los tres casos el tratamiento nutricional, el cual fue específico según la gravedad, permitió mantener un buen estado nutricional, favorecer el correcto crecimiento y el aumento progresivo del peso dentro de parámetros normales, previniendo las complicaciones mencionadas.
Finalmente, Santamaría Segovia se refirió al rol y la importancia del nutricionista: “en el área de Discapacidad ha aumentado nuestra participación en los últimos años, actualmente en la mayoría de los Centros de Día de Mendoza estamos presentes para la confección de menús diarios y para realizar evaluación y seguimiento nutricional”, expresó. Además agregó que todavía no se le da gran importancia a su trabajo en centros terapéuticos, en los cuales la población suele presentar discapacidades moderadas a severas, por lo que la alimentación y el estado nutricional pueden estar comprometidos.