La terapia Orthokine es un método que utiliza las propias células del paciente para tratar dolores articulares y de espalda –como los producidos por la degeneración de los cartílagos asociada a la artrosis–, lesiones del tendón y roturas fibrilares. Se emplea desde hace más de diez años en países europeos como Alemania, Austria y Suiza, o en Estados Unidos, donde deportistas de élite, como Kobe Bryant, jugador de los Ángeles Lakers de la NBA han podido continuar en la alta competición tras someterse a esta técnica para curar sus lesiones.
El elemento clave en el que se basa la terapia Orthokine es un suero sanguíneo rico en factores de crecimiento y antiinflamatorios naturales, que se obtiene a partir de la sangre del propio paciente, por lo que es una sustancia muy bien tolerada, que no genera rechazos, y no tiene efectos secundarios, ni interacciones conocidas con otros medicamentos.
La efectividad de esta técnica biológica para reducir la inflamación y el dolor y mejorar la movilidad es superior a la de otras alternativas no quirúrgicas, como las infiltraciones de ácido hialurónico para tratar la artrosis de rodilla, y también es más económica y menos invasiva que colocar una prótesis. Sus efectos suelen durar alrededor de dos años, aunque depende de las características del paciente y de la gravedad de la lesión o el grado de deterioro de la articulación en el momento de iniciar el tratamiento.
Cómo se realiza la terapia Orthokine
Para realizar la terapia Orthokine en primer lugar se extrae sangre al paciente, y se introduce la muestra en una incubadora durante un periodo de entre seis y ocho horas, con el objetivo de estimular los glóbulos blancos, que producen proteínas antiinflamatorias. Se procede después a la centrifugación de la muestra y se obtiene un suero sin células, que contiene factores de crecimiento y tiene propiedades antiinflamatorias.
El tratamiento consiste en inyectar en la zona afectada este suero que, gracias a sus elevadas concentraciones en antiinflamatorios naturales, funciona inhibiendo la inflamación, la irritación de la raíz nerviosa, o las lesiones en tendones y músculos. Como explica el Dr. Juan Manuel Moreno, especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica de la Clínica Juaneda, generalmente se congelan varias dosis para administrárselas al paciente, a razón de una a la semana, y suelen ser necesarias entre cuatro y seis infiltraciones (hasta un máximo de ocho), aunque el paciente empieza a apreciar mejoría desde la primera sesión.
Además de para tratar la artrosis, la terapia Orthokine también está indicada en medicina deportiva, para favorecer la recuperación de lesiones en los tendones y roturas fibrilares, por ejemplo, en el caso de rotura del tendón de Aquiles, inyectar al paciente el suero rico en factores de crecimiento mejora los resultados de la intervención quirúrgica y acelera la recuperación. Una gran ventaja de esta técnica es que al no provocar efectos adversos se puede repetir cuando sea necesario, siempre bajo criterio médico.